miércoles, 26 de diciembre de 2007

La última y nos vamos… ¿a dónde?



Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Mañana es el último día del 2007 y aguardaremos hasta el último segundo para despedir este año que ha albergado una gran cantidad de eventos fílmicos entrañables, decesos lamentables, películas que quedarán para la posteridad y conmemoraciones históricas que mantienen nuestro cinematógrafo neuronal vivo y trabajando.
Esta celebración es muy peculiar porque el año nuevo arroja sensaciones y temperamentos muy extraños en cada uno de nosotros, pareciera como si de un día a otro se abriera una nostálgica barrera espacio-temporal (con una típica luz incandescente que los separara), donde “todo” necesariamente tiene que cambiar o, al menos, contabilizarse o dividirse entre “lo bueno y lo malo”… De esta forma, el 31 de diciembre se convierte entonces en un punto final y el 1° de enero en la esperanza o la incertidumbre misma, como si nos enfrentáramos a un acto de magia o una situación limítrofe que colinda con el fin de la vida o el inicio de la misma… Bajo este esquema mental de autosugestión (anual) nos enfocamos en crear metas y propósitos nuevos, solicitamos mejores películas, anhelamos mejores empleos y menos impuestos que pagar. Insisto, como si todo ocurriera al azar o deviniera a causa de situaciones de naturaleza extraña. Olvidamos que se trata de un día más.
El año nuevo, por consecuencia, es una especie de parte aguas o el instante de reflexión que para en seco nuestro automatismo cotidiano. Pero más allá de esa introspección personal, es un buen pretexto para reencontrarnos con nuestra familia, para recordar a los ausentes y compartir la mesa o por qué no, ver una movie. Digamos pues que el 31 de diciembre es una forma simbólica de detener el continium de la vida...
Así el 2007 (es decir, mañana a las 11:59, como cualquier otro día) se llevará consigo el año del centenario del nacimiento de Frida Kahlo, los cincuenta años en que la tierra se tragó la voz de Pedro Infante, o el día en que Diego Rivera colgó su pincel para siempre…
Ese último segundo de este año sepultará también el 40° aniversario del condenable asesinato de Ernesto “Che” Guevara y la muerte de la sex simbol Jayne Mansfield (la que en 1963 se atrevió a desnudarse completamente en Promises! Promises! de King Donovan)… Y si seguimos contabilizando lo que este año dejará atrás, también aparecerán a cuadro los 30 años del lanzamiento en salas de Star Wars (que en su momento celebramos desde esta butaca) y la cinta ícono de la música disco, Saturday Night Fever (John Badham), que se empeñó en reflejar a la juventud neoliberal de los setentas que buscaba el fin de semana para desahogar o ahogar su hastío y frustraciones (nada distante a nuestros días). Hace 30 años igualmente la ópera perdió a su voz consentida, María Callas, y que “el rey” Elvis Presley dejó a sus súbditos. Pero lo que sin duda alguna nos atañe al presente de los amantes del séptimo arte y ya hoy es pasado, son las dos vidas de directores célebres que el 2007 nos ha arrancado definitivamente y en el mismo día: el italiano Michelangelo Antonioni (Blow Up, Desierto Rojo, Zabriskie Point) y el maestro de maestros, el sueco Igmar Bergman (Persona, La Flauta Mágica, Sonata de Otoño, Gritos y Susurros, Fanny y Alexander). Que en paz descansen.



(El gran maestro Ernst Igmar Bergman, fallecido en este 2007. QnPD, Comandante en Jefe)

El fin de año o dejar atrás 365 días representa la nostalgia por la vida misma, como en la cinta que su servidor considera la mejor de este dos mil siete, 4 meses, 3 semanas y 2 días (4 luni, 3 saptamani si 2 zile) del rumano Cristian Mungiu; o lo que hemos dejado de ser y nos hemos perdido de vivir, como le sucede a Laura (Belén Rueda) en El Orfanato, producida por Guillermo del Toro y dirigida por Juan Antonio Bayona; las canas en el pelo de un padre agobiado (Ricardo Darín) por la ambigüedad genital que sufre su hij@ Alex, en XXY de la brutal directora argentina Lucía Puenzo; la esperanza de un futuro promisorio en cartelera, comandado por Luz Silenciosa de Carlos Reygadas, seguido por No Country For Old Man de los hermanos Cohen y escoltado por Into the Wild de Sean Penn; los regresos de los grandes con Inland Empire de David Lynch y Sweeney Todd, el Barbero Demoniaco de la Calle Fleet de Tim Burton; la simpatía de una rata chef en Ratatouille de Brad Bird o el suspenso de un asesino serial como David Fincher lo rebeló en Zodiac; lo desconocido de un Julian Schnabel en La Scaphandre et le Papillon o la complicidad de la amistad en Reing Over Me, con un sorprendente Adam Sandler dirigido por Mike Binder; lo jodido del sistema de salud norteamericano documentado en Sicko por el polémico Michael Moore, contrastándolo con lo efectivo de la salud pública en un país como Cuba o sus otros vecinos, Canadá; lo que nos queda de tarea: El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford de Andrew Dominio… En fin, este 2007 fue para ustedes lo que hayan decidido para él y el 2008 será lo que se propongan, pero recuerden que nada es gratuito, ni por gracia de ningún divino. Así que, a luchar contra nuestros miedos para alcanzar nuestras metas, disfrutar de la vida y sigamos viendo mucho cinema ad finitum. Bienvenido seas 2008.


Texto publicado el domingo 30 de Diciembre de 2007, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 18 de diciembre de 2007

December Boys (Maps, Sparks, Spit y Misty)

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Seguramente el título de esta columna no les suene a ninguna cinta célebre decembrina en cartelera o lanzada últimamente en DVD y es que en verdad, no es para menos. Seguimos recibiendo nombres de películas según el aberrante criterio de un hombre o mujer que sienta tras una computadora, a pensar de qué manera puede partirle su madre a una oración o palabra que todo un equipo de producción, un guionista, o un director, o un productor decidió tras un vigoroso esfuerzo mental para darle el nombre más adecuado a su obra. Es cierto que sobre este tema ya hemos departido en este mismo espacio lo suficiente, y que hemos expuesto los motivos por los cuales se les cambian los títulos a las películas en cada país, de acuerdo a un orden de mercadotecnia que puede ser atractivo para un público específico, o que estos procedimientos responden a diversos criterios de contrato que firma el productor ejecutivo (titular indiscutible de los derechos de explotación económica de una obra fílmica) con cada distribuidor geográfico (1) pero sea como sea, dichos títulos no dejan de ser, en casi todas las ocasiones, ridículos y un verdadero insulto para la cinta en cuestión y por qué no, para nosotros como espectadores.
Esta vez nos referimos a la sosa y estúpidamente apodada, titulada o como quiera llamarle usted respetable lector: Un verano para toda la vida (December Boys, 2007), del director australiano Rod Hardy, a quien se le conoce más por su trabajo en series televisivas que por su paso por la pantalla grande. Simple y llanamente hay que admitir que con esta frase evidencian, develan, descubren o hasta cierto punto, demeritan, lo que será la película en sí misma. En efecto, estamos ante un relato sobre algo que les ocurre a unos púberes y que cambiará su vida para siempre. ¡Bravo! Así, ni ganas de entrar a la sala a verla y menos bajo ese póster publicitario que tiene en primer plano al feliz maguito británico (a.k.a Harry Potter o mejor conocido en vida “mundana” como Daniel Radcliffe). Afortunadamente para su servidor, la relación con esta producción fue a través del disco digital versátil (DVD) y en la completa comodidad de casa. Debo confesar que no tuve oportunidad de verla en la selección oficial del 5° Festival Internacional de Cine de Morelia, por lo cual el percibirla en un estante me atrajo sutil y ferozmente. Así que me ahorré la pena de leer el acaso no menos ridículo eslogan publicitario (tagline) de algo como: Después de ese verano, nada volvería a ser igual. Mejor aún, cuando adquirí el disco, no me percaté del protagonismo de Radcliffe (ya está muy crecidito el escuincle) sino de la sinopsis que pintaba para una película más o menos decente, basada en la novela del escritor neocelandés Michael Noonan, bajo la adaptación de Marc Rosenberg: Cuatro huérfanos australianos salen del orfanato católico donde viven para pasar unas vacaciones de verano en una aldea cercana al mar, junto a una pareja de ancianos que han decido recibirlos durante un tiempo. Ese viaje ha sido su regalo de cumpleaños por haber nacido en diciembre(2), motivo por el cual les apodan los “December Boys” (aquí la clave del título) y nos da cuenta que entre estos figura algo más que una amistad que aquí se pondrá a prueba cuando Misty (el más pequeño y de gafas), descubre por accidente que una joven pareja de vecinos está dispuesta a adoptar a uno de ellos. Esta situación será entonces el motivo que confronte a los chicos, ya que cada uno lucha por ser adoptado y la envidiable oportunidad de tener una familia. A la par de esta disputa, se mezcla una historia de amor adolescente entre el más grande de los protagonistas, Maps (Radcliffe) y Lucy (Teresa Palmer), otra adolescente que aparece por ahí como huésped temporal de la aldea.

De esto básicamente trata December Boys, película ubicada temporalmente en los sesentas, con una maravillosa fotografía de paisaje, cuyo guión recurre al esquema narrativo propio de temáticas dramático-romanticoides, donde uno de los protagonistas narra en primera persona la historia como una anécdota de su vida y que en algún momento (normalmente al final) aparecerá a cuadro. Aquí será el propio Misty (Lee Cormie) quien tenga esta función y lo haga a una edad avanzada.
Muy a pesar de la evidente linealidad del argumento, en este filme también resalta el desenlace final en calidad de grata y moderada sorpresa, como también las actuaciones agraciadas de los protagonistas y la astucia del guionista que nos obsequia un texto decidido en comedia, nostalgia y una historia nada desdeñable. Para nuestra mala fortuna, además del título traducido, December Boys sólo estuvo en cartelera una o dos semanas debido al poco apoyo que recibió por parte de su estudio (Warner Bros) y la clasificación PG-13 que le asignaron. Por ello, qué mejor que borrarla rápido del alcance de la masa, para no contrarrestar el éxito y la imagen del adolescente titular de la saga de Jk Rowling (que aunque en ambos papeles es huérfano, vende más como mago, que como adolescente calenturiento).

NOTAS:
(1) Una película puede tener varios distribuidores en el mundo, con condiciones muy distintas de contrato para cada uno.
(2)El verano en Australia va de diciembre a febrero.
Texto publicado el domingo 23 de Diciembre de 2007, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 11 de diciembre de 2007

Un viaje a través del Universo de Vietnam y The Beatles

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

El cine como disciplina artística o acto de comunicación pretende arrancar sentimientos a partir de su lectura en una sala. De eso no hay duda. Sigo creyendo que quien hace una película parte de un universo que desea compartir con el espectador, adentrándolo en él, haciéndolo verosímil, empatándolo con sus personajes y situaciones, o en todo caso, convirtiéndolo en cómplice de su ficción (como diría el propio director mexicano Arturo Ripstein, hasta él hace cintas para que sean disfrutadas). Por tanto, la comprensión de las imágenes y la emoción que provocan van en función de un profundo análisis de aspectos tan divergentes y opuestos como el lenguaje (sea cual sea), la interpretación de los actores, el humor del espectador de ese día, la fotografía, las condiciones de acústica y de exhibición en el recinto, el montaje, la música y demás elementos que conforman una percepción audiovisual que se reduce o decodifica al “simple” acto de sentir o como comúnmente lo denominamos: ver. Aunado a estas variables, el factor edad representa otro componente definitorio que en algunos casos está a favor o en contra de una cinta. Aterrizando en esto último, este es el caso de la reciente producción de la directora Julie Taymor, A través del Universo (Across the Universe, 2007), que según como se mire puede resultar prodigiosa y una verdadera obra cleptómana de sensaciones o meramente un filme que se remonta a los sesentas con música de Los Beatles, metidos con calzador en un guión, para narrar una historia de amor juvenil con la guerra de Vietnam como fondo dramático. De esas conclusiones, tampoco hay duda.
La proyección comienza con Jude (Jim Sturgess), un joven obrero británico que sentado en la playa al atardecer, nos sentencia sobre la posibilidad de volver a ver, o no, a Lucy (Evan Rachel Wood); una jovencita provinciana espectacular, pudiente y de quien resulta difícil no enamorarse, según sus propias palabras. La escena siguiente nos muestra un montaje paralelo entre el tópico sesentero de los bailes universitarios gringos (que hemos visto hasta el aburrimiento) y un antro underground británico para chicos “rockeros”, que con una combinación de planos entre un sitio y otro, los asistentes nos entonan la primera canción de 34 tracks míticos del cuarteto de Liverpool que más tarde escucharemos en sus más variados estilos e interpretaciones. No recuerdo el título de ese corte musical pero el advenimiento de este género en la cinta resulta inevitable. Al finalizar las respectivas fiestas trasatlánticas, nos encontramos ante dos parejas que se despiden y que encausan la acción a lo que será su directriz narrativa: Jude sale de Liverpool para buscar en Nueva York a su padre, a quien por supuesto jamás ha conocido y Lucy comienza a vivir la nostalgia de perder a su novio a causa de la guerra en Vietnam (que lógicamente morirá y que más tarde le conmoverá para convertirse en una militante de movimientos antibelicistas). Nada extraordinario hasta ahora. Por azares del destino imaginario de los guionistas (Ian La Frenais y Dick Clement) estos dos personajes se conocerán a través de Max Carrigan, el hermano mayor de Lucy, quien estudia en la universidad de Columbia, donde trabaja el papá de Jude; con estos tres ingredientes, la película aparentemente detonará en una historia de amor juvenil neoyorkina sin mayores atavíos que la excelente voz de los personajes; pero atención, quizá ya deban suponer a estas alturas que en algún momento Jude y Lucy se separan, que Max va a la guerra y el resto de la confrontación-resolución, mmm… lo puedan adivinar… y que como dijo John Lenon y se usa como eslogan publicitario: All you need is love.

(Fotograma de la Cinta Across the Universe, de Julie Taymor)

De A través del Universo se desprenden la denuncia sobre la guerra de Vietnam (trivial de alguna forma) y sutilmente la de Irak, el mensaje de paz y amor enmarcado en el universo beatle y el esfuerzo por “regalarnos” una historia reconfortante que rescata de la memoria (como si no lo hubieran hecho ya los gringos en los últimos 20 años) los movimientos juveniles antibélicos, los contraculturales y obvio, los musicales. Recordemos que no sólo el de los británicos está presente, sino otros propios como el de Jimmy Hendrix y Janis Joplin, que también tendrán su referente en dos personajes claves de la cinta: Jojo y Sadie, respectivamente. Para ahondar en estas “virtudes” (con comillas o sin ellas, ustedes decidirán), la directora de cintas como Frida (2002) o Titus (1999), echa mano de una puesta en escena coreográfica permanente, plagada de influencias plásticas que recurren a principios del surrealismo o impresionismo, y por supuesto, de otras obras fílmicas, que se delinean en las secuencias psicodélicas donde hacen su aparición especial Bono o Salma Hayek y que nos recuerdan necesariamente a una Pink Floyd The Wall (1982) de Alan Parker. Sí, Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994) también está presente, pero no es un musical. Veredicto final: que la vean quienes nacieron en los 60´s o disfrutan recordando de las canciones de Los Beatles porque la historia por sí misma, no es un viaje sorprendente (salvo algunas escenas muy específicas)...

Post data para este post (ventaja de leer on line y no en papel):
1. La directora defendió su corte final ante los ejecutivos de Estudios Revolution, quienes aseguraban que la película estaría destinada a la quiebra total y sería una especie de vergüenza para el estudio. Respuesta: Según el periódico Los Angeles Times el musical ha tenido un éxito rotundo en las nuevas generaciones, que al menos en California registran datos increíbles en su taquilla.
2. Dato preciso: El estudio tan sólo por las 34 canciones pagó 10 millones de dólares en derechos.
3. Julie Taymor también ha afirmado en varias entrevistas que estuvo tentada a ponerle como título "All you need is love", ya que ha estado en contacto con lo más profundo de su ser y esa frase es la conclusión a la que ha llegado, pero correría el riesgo de trivializarse. ¿Ustedes qué creen?
4. Por la cultura de drogas que presenta la cinta la catalogaron como PG-13 y su estreno oficial fue en Septiembre de esta año.
5. Sitio oficial: http://www.acrosstheuniverse.com/

Texto publicado el domingo 16 de Diciembre de 2007, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 4 de diciembre de 2007

Malos hábitos (escondidos en el fashion way of life y la fe religiosa)

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

I. A los gordos nos los quiere nadie…lo hago por tu bien.
La industria de la moda y la publicidad ha convertido la bulimia y la anorexia en un terrible mal de nuestros días, o propio de los estereotipos que promueven en sus diversos productos. Es deprimente leer en los diarios –con mayor frecuencia- que un alto porcentaje de modelos y jovencitas menores de 18 años son víctimas de estas enfermedades que crecen diariamente entre la población mundial femenina. Y es que no es para menos. El “ideal” de mujer atractiva o de moda, ha luchado por escatimar su peso o parecerse menos que un cadáver; el antiguo 90-60-90 se ha acotado o propuesto pesar menos de 40 kilos y mostrar los huesos cubiertos por una finísima capa de pellejo. Preocupado y vinculado de alguna forma con esta problemática actual, el cineasta, publicista y productor Simón Bross (Distrito Federal, 1960) decidió realizar una cinta que tuviera como centro argumental estos desórdenes alimenticios que cada día cobran más adeptos: Malos Hábitos (2007). Tres historias de tres mujeres que se hilvanan bajo un suculento diseño de arte y una fotografía exquisita, donde las protagonistas Elena, su hija Linda, y la tía de esta última, la monja Matilde, viven obstinadas con dejar de comer, claro, por diferentes razones. De esta trama, subyacen otras dos. Por una parte, la del esposo de Elena, Gustavo, un arquitecto y profesor universitario que precisamente vive un romance con una alumna suya peruana, definitivamente más carnosa (gordibuena) que su cónyuge y por otro, la de otra monja cómplice de Matilde, pero con el mal contrario al de ella: la gula.

(Poster de la Película Malos Hábitos de Simón Bross, 2007)

II. Uno deja de comer porque está muy lleno o muy vacío…
Simón Bross realizó esta ópera prima precisamente después de librar una batalla personal contra el cáncer y bajo una propuesta muy neta, de la cual logró configurar un portentoso guión (junto a Ernesto Anaya) que cuenta con un diseño de escenas singular en su estructura. Cada detalle está al servicio de la narración y la dirección de actores dota al texto de una naturalidad envidiable en su interpretación. Así, en esta cinta –representante de México en el 60 aniversario de Cannes, ganadora en Guadalajara como mejor película y laureada en otros festivales- descubrimos que Elena, una entrañable villana representada por Elena de Haro, es una mujer obstinada con su peso y para su mala fortuna parió a una niña obesa en quien deposita sus frustraciones y desvaríos. Es tanta su patología por el peso y la apariencia física, que ha decidido someter a Linda a distintas dietas ridículas y tratamientos médicos, sin importarle lo que deba hacer (como recortarle un intestino). Por su parte, Matilde (Ximena Ayala, quien fuera protagonista de Perfume de Violetas de 2002) después de terminar su carrera de médico, decide tomar los hábitos y convertirse en monja, a pesar de la reticencia de su familia entera. Su relación con la anorexia se da por un acto de fe, ya que según ella, ayunando puede ayudar a curar personas o permitir que efectos meteorólogos adversos como la lluvia (que está presente en el 98% del metraje) cese y damnifique a menos personas.
Sin sobresaltos en pantalla, pero sin una historia lineal, el argumento de Malos Hábitos se urde como un delicado platillo fino, que escapa del cliché y se sirve como un delicioso digestivo que jamás dialoga directamente con el tema de la anorexia como tal, es más, su presencia es permanente pero sin nombre y apellido: es exquisitamente situacional. No hubo necesidad de mencionarla, sino vivirla en la historia de cada personaje. Quizá su mayor acierto. Conclusión: Malos Hábitos es una magnífica producción que vomita contra la anorexia y los estereotipos físicos, que tiene un par de escenas de la monja que pudieron eliminarse, pero que también descubre que los jugos gástricos en los baños femeninos destruyen los drenajes… Por lo tanto, corra a verla, recomiéndela o lleve a alguien que pudiera ayudarle.

III. El buen hábito por el cine mexicano.
Simón Bross es un cineasta maduro y se nota en la manufactura de su película. Como productor y amigo ha apoyado a directores en sus inicios, como los emblemáticos tres amigos (Cuarón, Iñárritu o Del Toro), Carlos Marcovich y algunos otros que intentan desempeñarse en este arte. Por tal motivo, el Festival Internacional de Cine de Morelia lo homenajeó en su última edición por su trayectoria profesional y solidaria.



Más sobre el director: http://www.imdb.com/name/nm0112506/
Texto publicado el domingo 9 de Diciembre de 2007, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

El Fraude ¿censurado?

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

El escándalo mediático que rodea la última producción documental de Luis Mandoki (Distrito Federal, 1954), Fraude México 2006, le ha permitido rebasar las limitantes comerciales propias del género. Su permanencia en salas comerciales por más de dos semanas ha dado muestra de la proximidad que transmite su narración (muy visceral, por cierto) y el interés de un público poco habituado a cintas que lo confronten con su realidad inmediata (las elecciones presidenciales del año pasado en nuestro país). Sin embargo, la temática no ha sido el único motor que ha permitido que la gente acuda al llamado del realizador de cintas como Gaby, una historia verdadera (1987), Voces Inocentes (2004) y Cuando un hombre ama a una mujer (1994), quien dice que esta producción no es únicamente de su manufactura, sino de una gran cantidad (millones) de mexicanos que con sus cámaras de video y fotográficas, teléfonos celulares y otros artilugios tecnológicos se encargaron de nutrir o documentar el metraje de 110 minutos de duración. De hecho su aportación fue a más, ya que la colaboración no sólo se limitó en este sentido sino en términos económicos, que a través de donativos permitieron que Fraude México 2006 se pudiera terminar en su fase de postproducción y saliera con más de 200 copias para exhibición. Otro hecho inaudito en el país para un documental mexicano.
Pero todo esto no debe sorprendernos tampoco del todo, ya que la resonancia o el eco del documental viene a raíz de la supuesta campaña de censura que, meses antes, orquestaron en su contra –según el propio Mandoki y su productor Federico Arreola- empresas como Warner o Televisa (a través de su distribuidora de video casero) quienes se negaron a distribuirla. Esto un tanto lógico si analizamos el target al cual se dirigen estos entes cinematográficos. A este supuesto “complot” también se unieron algunas radiodifusoras de algunos estados del país (sí, hubo unas michoacanas), quienes a unas semanas de su exhibición (16 de noviembre), bajo un contrato comercial firmado no transmitieron los spots pactados para su promoción o difusión. Otros incidentes en las cadenas de exhibición (funciones canceladas, trailers sin proyección en salas, falta de posters en las marquesinas, maltrato del personal del cine a los asistentes, etcétera) han sumado la larga lista de obstáculos que Contraviento Films ha tenido que desdeñar para su proyección.

(Poster de la Cinta Fraude México 2006, de Luis Mandoki 2006)

En lo referente a lo estructural y lo dramático-narrativo, y en honor al rigor y análisis cinematográfico, Fraude México 2006 cojea en gran medida al centrar su línea argumental sobre una enorme entrevista al entonces candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, quien a manera de cronista, da un recuento de toda la faena que se originó en su contra desde que era jefe del gobierno del Distrito Federal hasta llegar a la candidatura, pasando también por algunos datos históricos que van desde la independencia hasta el otro fraude, el del 88. Esta cuestión pone de relieve un contrapeso nulo en la historia y un excesivo protagonismo del actor político, demeritando así el resto de la investigación o relegándolo a un subplot (subtema) un tanto secundario. Por eso, no resultan extrañas las críticas que se han empeñado en adjetivar algunos acérrimos fustigadores, que la establecen como una especie de narración apologética en favor a este candidato (recordemos que previo a los comicios, Mandoki realizó el documental titulado ¿Quién es el señor López?). En otro frente, se echa de menos la opinión de la contraparte que lógicamente jamás aparecería en escena, como los expresidentes Salinas de Gortari y Fox Quesada, el secretario general del IFE, Luis Carlos Ugalde o el actual mandatario, Felipe Calderón, cuyas apariciones se limitan al favor de la Crestomatía. No obstante su ausencia, el documental cuenta con un par de piezas importantes (quizá medulares y las más loables) que lo dotan de naturalidad y fuerza fílmica: por un lado la participación de la gente con sus ojos videográficos y por otro, el proponer una visión global de un hecho que jamás nos han presentado, ni presentarán, las cadenas televisivas en señal abierta.
Aunque lo fidedigno de los datos se limite en ocasiones al testimonio del protagonista o algunos documentos o que el autor presenta dos bandos para empatar, Fraude México 2006, tiene como virtud algo que hacía mucho tiempo no apreciaba en la oscuridad de una placentera sala de cine y me refiero al hecho de la interacción “en vivo” de los asistentes con la pantalla (como cuando los hermanos Lumière presentaron el cinematógrafo). Hubo quienes aplaudían, lloraban o quienes le gritaban “mentiroso” a Fox cuando aparecía a cuadro, es decir, sentir la proyección como una realidad tangible. Sea como sea, esta cinta hay que verla independientemente de nuestras convicciones políticas y como un mero ejercicio informativo alternativo. Total, para opinar hay que conocer las dos caras de la moneda.

Texto publicado el domingo 2 de Diciembre de 2007, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

Página web de la película: http://www.contraelvientofilms.com/
Más datos sobre el director: http://www.imdb.com/name/nm0001502/