domingo, 28 de septiembre de 2008

Simposio del SMRTV.



Atenta invitación al Simposio "Los Medios Públicos en la era de la Digitalización". Este evento se realizará en el marco del 24 Aniversario del Sistema Michoacano de Radio y Televisión.
Día: Próximo Viernes 3 de Octubre de 2008.
Lugar: Centro Cultural Clavijero.
Morelia, Michoacán, México.
ENTRADA GRATUITA.

Invitados de primer nivel con reconocimiento nacional e internacional reflexionarán sobre el quehacer de los medios públicos, sus terribles diferencias con los medios comerciales, el marco legal que los limita en su actuar y el inminente proceso de digitalización que tienen que afrontar.
¡Apoyemos los medios públicos!

¿Porno y ropa Diesel?


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La creatividad es infinitamente proporcional para develar de forma inteligente (o incluso graciosa) lo que muchos se empeñan por ocultar o incluso tachar de inmoral o calificar de forma absurda y estúpida. ¿Ustedes qué opinan? Saludos. Prometo volver pronto con los martes de posteo. Gracias por la paciencia. Betursus.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Los menesteres de escribir historias: Gerardo de la Torre.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Imaginen esta escena ocurrida hace un par de semanas. Ocho y medio (Otto e mezzo, 1963) de Fellini en una pequeña tele que observan veinte asistentes a un taller de guión cinematográfico en una casa antigua del centro literario de Aguascalientes. Atentos escuchan la añeja voz de un admirable escritor mexicano que narra la cinta con argumentos que explican la naturaleza del hecho cinematográfico, la concepción estética-política de este director italiano y algunas reflexiones nostálgicas del México de ese entonces, el de principios de los sesentas (1) . Este narrador es oriundo de Oaxaca, con setenta años de letras que lleva acuestas en su rostro moreno de ojos grandes y pelo blanco, el mismo que devela su experiencia literaria y sus noches de parranda con sus camaradas Vicente Leñero, Pedro Armendáriz Jr, su gran amigo Felipe Cazals o su entrañable profesor, el gran Juan José Arreola. A él es a quien dedicamos esta columna, a este personaje que ha vivido entre tinta, cantinas de la Ciudad de México, cine y el oficio de contar historias: Gerardo de la Torre. Lo que pasó en esa sala fue fascinante pero es lo que menos importa contar por ahora.
Hijo de padre petrolero e incluso él mismo obrero de este sector energético en su juventud (factor que lo marcó en cuanto su obra literaria se refiere), este escritor reafirma que el verdadero guionista de cine (o cualquier artista que se precie de serlo) es un ente que viaja constantemente bajo la preocupación de plasmar en su trabajo una reflexión sobre nuestra condición humana y su problemática social de su entorno, sea universal o inmediato, e incluso independiente del género y el tono que utilice en su relato.
Gerardo de la Torre es un verdadero personaje por sí mismo, uno que se recrea y reinventa en cada gesto o frase que lo patenta como alguien admirable y fiel a sus principios y convicciones de auténtica izquierda (no arribista, ni oportunista), de los que han sido partícipes y han sido fundamentales para remover los cimientos de nuestro México de los últimos 50 años. Su trabajo incluye cientos de cuentos, tiras cómicas, guiones de televisión y cine, pero lo que más destaca de él es su sencillez con la que afrenta la vida y algo que es notorio de su obra: la solidez y el conocimiento de sus personajes (reconocimiento público a esto son los múltiples premios que ha recibido, como el Nacional de Novela José Rubén Romero por Los muchachos locos de aquel verano en 1992 o el de 1988 por Hijos del Águila, otorgado precisamente por Pemex en su celebración de los 50 años de la expropiación).

(Gerardo de la Torre, guionista, novelista, etc.)

Periodista, traductor, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1994, Gerardo de la Torre es toda una corporación en el arte de narrar historias, armado permanentemente con una fuerte dosis de humor negro y frases populares (o incluso inventadas) que revientan la solemnidad de cualquier interlocutor. Su personalidad relajada lo delata siempre, a pesar del entorno. Su inventiva literaria transita entre la amargura, la ironía y el humor inteligente como herramientas para verter la verdad y la congruencia e incongruencia en la evolución de sus relatos, acciones individuales y sus personajes verdaderamente empáticos. Desde aquí un homenaje a De la Torre y por supuesto una recomendación final: El guión: modelo para armar. Segunda Edición. México, Ficticia, 2005. 176 pp.

(1). Cuando precisamente Guido Anselmi (el protagonista infinitamente interpretado por el gran Marcello Mastroianni) se urdía antes los ojos de un público que no entendía su motor de vida en dicha historia, ni el montaje que resultaba agobiante entre recuerdos, alucinaciones y el presente de esta narración fílmica.


Texto publicado el domingo 14 de Septiembre de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

Juego de Pedales (Cortometraje)

Este es un corto de un gran amigo español, Alfonso Martínez Guardia, en el cual tuve el honor y la oportunidad de participar como director de fotografía. Está protagonizado por Mamem Camacho y Luis Arrasa, espero que lo disfruten tanto como yo.

martes, 12 de agosto de 2008

Un día después.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

La tecnología cada vez se incorpora a nuestra vida cotidiana de formas muy sorprendentes. El cine no es la excepción. Por ejemplo, no necesitamos asistir personalmente a la última edición de Expresión en Corto (el festival más importante de cortometraje mexicano) para ver los cortometrajes ganadores, o tener que realizar un viaje trasatlántico para conocer algún segmento de las películas galardonadas de festivales como Cannes o Berlín. Hoy en día, internet acorta esas distancias y nos da la oportunidad de observar productos que antes eran inimaginables prescindiendo de un VHS o un DVD, con su respectivo reproductor y televisor...
Blogs, youtube, páginas personales, institucionales o universitarias, así como otros gadgets tecnológicos (tipo ipods o reproductores de mp3) proporcionan a los internautas producciones que hace algunos años eran inalcanzables. Arranco la columna de hoy con esta reflexión porque la entrevista que a continuación leerán tiene que ver con la forma en que pude ver el cortometraje ganador –en la sección Guanajuatense- de Expresión en Corto 2008. Me refiero concretamente a Un día después, del realizador oriundo de Moroleón, Hiram G. Rodríguez, quien amablemente me facilitó su corto a través de su ipod aquí en esta capital michoacana.

Alberto Zúñiga: Hiram, sabemos por la prensa y la difusión del festival que este es tu primer trabajo y que incluso fue un momento muy emotivo cuando te dieron el premio porque no esperabas ganar… ¿qué significa para ti un premio de esta magnitud en un festival tan importante a nivel latinoamericano?

Hiram G. Rodríguez: Me ilusiona mucho la responsabilidad de haber ganado este festival porque mi siguiente trabajo debe superar este. Me obliga a conocer mejor la técnica, el uso de iluminación, las cámaras, etc. Además, el haber estado ya en la selección oficial era un premio para mí.

(Hiram G. Rodríguez / Fotografía de Celular)

A.Z. : El stopmotion es un trabajo que requiere de mucha paciencia, ¿cuánto te tomó elaborar Un día después y qué técnica utilizaste?

H.G.R.: Este corto se hizo con una cámara de fotografía doméstica (Tobe, su acompañante y amigo la muestra y ríen junto a Javier, otro de sus cómplices de este proyecto). Combiné el stopmotion tradicional cuadro a cuadro, pero a 16 fotogramas por segundo, y animación 2D con software, todo editado en una máquina armada.

A.Z.: Un día después te dio un trofeo y la posibilidad de una beca, ¿qué otras cosas has obtenido a raíz de este premio?

H.G.R.: Se han abierto muchas puertas, por ejemplo, se acercaron algunos productores para ofrecerme su apoyo para dirigir nuevos proyectos y actualmente ya contamos con el soporte de un despacho de diseño gráfico y una universidad para sacar 300 copias del corto.

A.Z.: Como siempre sucede en el cortometraje y en general en el cine, no hay suficientes apoyos… ¿contaste con algún apoyo institucional o privado?

H.G.R.: Pedí apoyo pero no recibí nada. No pedía dinero, sólo un espacio para trabajar. Así que tuve financiarlo por mi cuenta, con un costo aproximado de dos mil pesos.

A.Z.: Sé que es una pregunta que te han hecho muchas veces, pero me gustaría que nos contaras cuales son las dificultades a las que te enfrentaste como realizador independiente.

H.G.R: No hubo dificultades porque me gustaba mucho estar animándolo, sin embargo, debo decir que la plastilina corriente con la que trabajaba derretía los muñecos. Así que tuve que rehacerlos 3 o 4 veces, lo cual a veces me desesperaba.

A.Z.: Estos proyectos son de mucha paciencia y hasta cierto punto necedad. ¿Cuánto te tomó concretar este proyecto y de qué trata?

H.G.R: Tardé un año y seis meses para terminarlo y la historia trata de un anciano de 80 años que un día se vuelve loco y su locura come su cerebro poco a poco. En sus alucinaciones este personaje le da vida a los objetos que están a su alrededor al punto de convivir con ellos… en esos momentos le da mucha hambre y siente que trae un alienígena dentro. Así que trata de abrirse el estómago para sacarlo… Es un tema de demencia surrealista que surgió de algo que un día soñé. El hombre es un ser solitario y personalmente disfruto mucho de la soledad.

A.Z.: Después de Expresión en Corto, ¿qué sigue, en qué festivales más estás participando?

H.G.: Ya estoy en la preproducción de otros proyectos y de momento Un día después ya está en la selección oficial de Mantaraya en Nayarit y en Cinemanía de Toluca.

Terminamos la entrevista e Hiram G. Rodríguez, un joven alegre de un metro y ochenta y tantos centímetros, desconecta su ipod de mi máquina y se despide con una frase que – a modo de risa nerviosa- enuncia que “el cine se hace con la cabeza y el corazón”. Más información sobre este joven cortometrajista o para adquirir una copia de su trabajo, escribir a: hirammstein@hotmail.com


Texto publicado el domingo 3 de Agosto de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

lunes, 28 de julio de 2008

Lecciones de Mercadotecnia con el maestro bonachón...

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

La segunda parte de la endemoniada y reciente cinta del tapatío Guillermo del Toro se revela ante sus fans como un producto estupendamente dirigido y manufacturado, pero carente de sustancia a nivel dramático, con un guión por demás flojo y un metraje que da indicios o la sensación de ser infinito en el minuto 115. A pesar de la incorporación de un gran número de personajes que no logran desarrollarse en su vida exterior (de cuando inicia la proyección hasta que acaba) y una historia que recurre al lugar común como recurso para ganar adeptos, empatía o risas, Hellboy II: El Ejército Dorado (Hellboy II: The Golden Army) se ha posicionado en las salas de cine de todo el mundo como otro blockbuster veraniego a favor de nuestro regordete y exitoso compatriota. Pero esto no debe, ni tiene por qué extrañarnos en lo absoluto. Los directores de cine como Del Toro están en las ligas mayores de la industria fílmica y se dan el lujo de hacer verdaderas obras de arte y personalísimas, como la multipremiada El Laberinto del Fauno (2006), o echar andar toda una maquinaria de mercadotecnia y publicidad a favor de algo tan comercial, realizado por mero divertimento y dinero, como esta segunda parte de Hellboy (que por cierto, se basa en el cómic Dark Horse de Mike Mignola). La pregunta inmediata entonces es: ¿Por qué triunfa en cartelera una película tan mal escrita y bien dirigida? La respuesta es menos complicado de lo que parece porque es cuestión de inteligencia y estrategia. Del Toro y sus cuates, comenzaron a dar avances, o mejor dicho, probaditas de esta secuela desde diciembre del año pasado con fotografías del rodaje y el mismísimo tráiler de la cinta previsto para estrenarse el 20 de diciembre (fecha a la que se le dio gran difusión multimediática como un día quasi apocalíptico). Evidentemente el objetivo era generar expectativa y comenzar la preventa de su éxito por el lado más preciso: los fans. Por otro lado, la invaluable ayuda de gente tan alivianada, desinteresada, altruista y millonaria como Steve Jobs, que le “permite” posicionar ese mismo tráiler en su portal de internet (Apple), hace que Hellboy II genere miles de descargar diarias, así como ventas anticipadas del soundtrack comandado por el, ya leyenda, músico-compositor Danny Elfman (entrañable compadre de chamba de Tim Burton). Claro, con una respectiva lana de por medio para todos. No cabe duda que el barbón los hace y ellos saben cómo hacer dinero, mucho dinero. Por si esto no fuera suficiente, Del Toro recurre a los añejos conocimientos del batallón de los cincuentas o trucos publicitarios de invitar alguna marca destacada para que aparezca a cuadro (product placement o posicionamiento de producto). En este caso, el caprichito fue para una empresa cervecera mexicana, a quien el también director de cintas como Blade II (2002), Mimic (1997) o Cronos (1993), le dedica una borrachera muy prolongada entre dos de sus protagonistas (por lo menos 5 minutos) y que se pudo reducir elípticamente a dos planos secuencia de máximo 20 segundos cada uno y eso ya podría ser una eternidad…
La estocada final para este éxito financiero y para demostrarnos cómo se puede ser un director de culto y comercial a la vez, se consumó cuando nuestro estimadísimo Del Toro anunció que para el 2011 y 2012 estará dirigiendo las respectivas El Hobbit I y II, (del escritor creador de la saga El Señor de los Anillos, J.R.R Tolkien) como otra prueba más de su solidez como director y su madurez en este oficio de hacer películas y venderlas. Sigamos aprendiendo del maestro, pero esperemos también que nos regale otra película tipo el Laberinto… u otro suspenso como El Espinazo del Diablo (2001) porque un hipotético Hellboy III no me arriesgaría a ver.

Texto publicado el domingo 27 de Julio de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

miércoles, 2 de julio de 2008

El panda apasionado…

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez

La pasión es un tema delicioso e interesante, fácil de detectar en la acción cotidiana de las personas. Es un motor de vida (leit motiv) que empuja y alienta a seguir adelante a pesar de los tropiezos. Cuando se vive intensamente, se desborda por la corteza de la piel en señales de humo que contagian en el ánimo y se vislumbra en la mirada, en las palpitaciones, en el torrente sanguíneo... De verdad, es algo que no muy fácilmente se puede ocultar, independientemente de la actividad que se realice.
Sin embargo esto de la pasión es un tópico que resulta muy extraño en nuestros días y en la forma en que se percibe en una sociedad en tiempos donde la economía y el mercado mundial dictan nuestras conductas diarias. Por ejemplo, por qué algunas publicaciones la asocian al éxito que se traduce en fortuna financiera, un hermoso rostro y una figura escultural (con anorexia y cirugías incluidas), como si estos elementos fueran la condición sine qua non para vivirla… ¿Acaso alguien sin estos atributos no se puede permitir ser un apasionado?
Es curioso también que en su acepción lingüística encontremos algunos atributos contradictorios a lo que el consiente colectivo ha asumido como su significado, por ejemplo, en el diccionario de la Real Academia Española aparece como una: acción de padecer; lo contrario a la acción; estado pasivo en el sujeto; perturbación o afecto desordenado del ánimo; apetito o afición vehemente a algo. Esperemos que en algunos años esta definición no cambie a algo como: “Dícese de una persona bonita, gente bien, con mucho billete y bien buena… Contrario a lo jodido –económicamente hablando-…”.
En el ámbito del cine, a nivel estructural-narrativo, la pasión juega un papel cardinal en el desarrollo de la historia y por supuesto, en sus elementos conductores: los personajes. Incluso, denota las vísceras de quien la escribió, fotografió, actuó y dirigió. Pero aclaremos de una vez, esta pasión de la que hablamos desde esta butaca no necesariamente está vinculada a un estado de ánimo festivo, a ninguna de las condiciones antes referenciadas, sino a un estilo de vida, por supuesto, que va más allá del enamoramiento de una pareja que recién se ha conocido o cualquier otro cliché tipo Rambo.
A propósito de la pasión encarnada en un personaje, bien merece la pena recomendar a un carismático oso panda, de una cinta de animación, que en cada escena demuestra su pasión desmedida por el kung fu y de quien tenemos mucho que aprender sin que él pretenda enseñarnos nada. Po, es el nombre de este animal cinematográfico, protagonista de Kung Fu Panda. Vive en Valle de la Paz, es perezoso, obeso, distraído y su entusiasmo por este arte marcial no embona con su trabajo de cocinero-mesero en un restaurante familiar de tallarines. Sin embargo, y como en casi cualquier cinta animada de nuestros días, Po no sabe que tiene a su cargo una labor de héroe, es más, ni se lo imagina. Así pues, el conflicto de la historia gira entorno al escape que llevará a cabo el leopardo de las nieves Tai Lung, antiguo aprendiz del magnífico maestro Shifu, quien fue aprendido por su conducta antisocial. Según reza la leyenda de la ciudad, para detener a este villano, aparecerá un gran guerrero quien con sus aptitudes de guerrero detendrá el latente mal que atenta contra Valle de la Paz y ni los Cinco Furiosos (Tigresa, Grulla, Mantis, Víbora y Mono) –también alumnos de Shifu- podrán evitarlo.

A pesar de conocer el destino e incluso el desarrollo de Kung Fu Panda, lo que más se disfruta de esta producción es escuchar cada línea que Po emite como una sentencia de filosofía de vida, aunado por supuesto al gran talento de la animación 3D que nos regala escenarios espectaculares, con texturas exquisitas que se fusionan adecuadamente a las emotivas notas de un gran Hans Zimmer (Thelma y Louis, 2003, Hannibal, 2001, Gladiador, 2000 y un largo etcétera ) encargado de la música. Apta para todo público y sin mayor pretensión que una plena diversión, esta es una película para aprender una sencilla y simple lección sobre la pasión de la vida vista desde la comedia o a través de un oso que ama el kung fu y que entrelíneas no deja de preguntarnos por la pasión de cada uno de nosotros.

Pd. Es una lástima que en los créditos finales sólo reconozcan en México el doblaje de Omar Chaparro y Pedro Armendáriz Jr. ¿Y el resto del talento de doblaje eructó sus líneas por obra y gracia del señor dios del cine o ya se generan voces electrónicas?.

Texto publicado el domingo 6 de Junio de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 17 de junio de 2008

Sexo en la ciudad o una aberrante oda al mercantilismo.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez.

Cuando uno va a una sala porno definitivamente encontrará eyaculaciones, mujeres voluptuosas, erecciones, cuerpos desnudos y todo el contexto que implica el género cinematográfico dedicado al sexo. Si dejamos de asistir o ver ese tipo de cine, no pasa nada y si alguien, que no se precia de ser un buen cinéfilo sexual acude por accidente a un sitio de estos (nadie cae por accidente, es casi un hecho), seguramente saldrá horrorizado. Esa sensación de terror, asco o no sé cómo describirla, fue la que su servidor tuvo permanentemente mientras el repugnante metraje de Sex and the City discurría por la luz que mis pupilas maldecían cuadro a cuadro. Trataré de explicar por qué tal molestia y por supuesto, no intentaré justificar el haber asistido a esa proyección (no fue accidente, insisto… al contrario, arrastrado por el curioso fenómeno de masas que genera).
Tras el contundente éxito de la serie de nombre homónimo con seis temporadas en su haber, traducido en México como Sexo en la ciudad, los productores decidieron hacer de su hit televisivo una cinta blockbuster para este terrible verano cinematográfico (¡y vaya que le atinaron!).
Evidentemente orientada a un mercado completamente específico, dirigido y objetivo, pero de igual manera funcional para un incauto como el que escribe, que jamás había visto un solo capítulo de este serial “femenino”. Así que, sin tener algún conocimiento previo, el craso error se hizo doblemente patente al entrar al recinto que cobija las luces y sombras con tal sólo una sinopsis-advertencia que rezaba algo como:

La exitosa autora Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker), vuelve con su famoso ingenio totalmente intacto y más agudo que nunca, para narrarnos su propia historia sobre el sexo, el amor y la obsesión de las mujeres solteras de Nueva York por la moda. Sexo en Nueva York nos muestra a Carrie, a Samantha (Kim Cattrall), a Charlotte (Kristin Davis) y a Miranda (Cynthia Nixon) cuatro años después de que terminara la exitosa serie de HBO….

Explicado el contexto y la sinopsis de la cinta que no dice nada, comencemos con la crítica, probablemente muy destructiva, lo sé, pero es que resulta insoportable ver tanto halago por una producción tan nefasta. Primero. El tópico grita a los cuatro vientos que los hijos de la perra rabiosa mueren de ello y no tenemos por qué extrañarnos que 4 mujeres cuarentonas (quasi deficientes mentales) vivan para usar ropa de moda extremadamente ridícula, acudir a restaurantes famosos y ser víctimas de los inteligentísimos textos de Cosmo (o qué sé yo) especializados en las futilidades de la vida, y que en su defecto, cavilen sobre el amor a diestra y siniestra con su gran intelecto. Así que sin mayor preámbulo develemos que el argumento es muy sencillo, la protagonista, Carrie, se va a casar con el tipo con quien lleva viviendo más de 10 años en unión libre… para variar es el típico carilindo, alto, exitoso (¿podría ser de otra forma?), se llama Grande (Big) y con las reacciones más antinaturales que convencen a cualquiera de su mal histrionismo. ¡Ah!, pero nuestra protagonista está enamoradísima de él y pues evidentemente, el conflicto será la boda y su mayor ilusión aparecer en Vogue ataviada de novia. Mientras esto sucede, el desfile de marcas se hace patente en cada escena en que escogen el vestido, caminan por las avenidas de Nueva York, toman café o muestran a la cámara cualquier clase de objeto o artilugio de moda. No quiero imaginarme cuánto cobraron a dichas marcas por estar en manos de esas… actrices. Así pues, durante las primeras casi dos horas, la corriente nos arrastra por sus charlas tan llenas de “sapiencia” y sin ningún tipo de gracia (al menos ese artilugio nos hubieran regalado los guionistas o evitado la escena de mal gusto y repulsión por nuestro México tercermundista) que de verdad parece que se trata de un capítulo más de esta serie, que afortunadamente nunca vi. Segundo. Como este tema de las bodas en las pelis de niñas bien, lo hemos discutido en más de una ocasión, pasemos al análisis del personaje protagónico: Carrie. Una mujer rubia, con cuerpo agonizante o bulímico, se construye en la serie y en el relato de esta cinta como una escritora del amor, relevando sus pasiones en la vida: el chisme y la banalidad que aflora en el mundo mercantil de la moda (intenta entender la naturaleza humana, pero no creo que su IQ se lo permita). Por consecuencia, entiendo por qué algunos nos alarmamos de que este personaje se erija como una especie de gurú para nuestras adolescentes (o no tan adolescentes) y un modelo que inculque el basto valor de que sin un buen guardaropa o unas garritas de marca, no eres más que una doña nadie (atención en la escena del obsequio de una bolsa a su asistente personal) y que sus grandiosas frases repletas de lugares comunes y tanta elocuencia (por su basta preparación, ¡já!) idioticen a cualquier persona que guste de no luchar por una personalidad propia, alejada del mito de la princesa medieval, ahora neoyorkina y material. Cuatro. Darren Star (su creador) y los guionistas Candace Bushnell y Michael Patrick King (también director) deberían estar apenados del mensaje masivo tan absurdamente mercantilista de esta cinta, que no es más que un reflejo del imperialismo de un país castrante económicamente hablando, intolerante en lo social y por supuesto, empeñada en contener valores basados en dietas, mercadotecnia publicitaria y una sexualidad que no logra despertar en sus seguidores más que irrisorias reflexiones sobre la vida en rosa o el placer de la diversión acéfala. Quinto y último. Si no la ven o la ven, tampoco pasa nada, pero lo que sí no se vale es que no hagamos un alto para analizar lo que nos está “divirtiendo” como sociedad globalizada.

Texto publicado el domingo 22 de Junio de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 10 de junio de 2008

Las reglas de la complicidad cinematográfica…

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Este terrible verano cinematográfico (como ya lo he dicho en otros años) es muy probable que vaya de la mano de cualquier pretexto de maldad humana que sea vigente a nuestros días o alguna crisis paranoica con tintes intelectualoides: el calentamiento global, la reforma petrolera, los problemas políticos, sociales y económicos de China y por qué no, el presagio funesto de una 61 edición de Cannes completamente insufrible –al menos eso dice la crítica especializada o privilegiada de haber disfrutado de la costa azul gala en todo su esplendor y ánimo festivo glamuroso-…
Así que si nos ponemos más paranoicos y ridículos aún, digamos que la culpa la tiene Ironman por haberle dado la oportunidad a Robert Downey Jr de haberlo interpretado admirablemente en su cuerpo de hojalata… o Spielberg, por regalarnos un rato de alegría y nostalgia con la última entrega de, su ya mítico y senil, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. Fuera de esos títulos, al día de hoy no hay nada bueno que ver en las salas michoacanas y para estos dos meses que nos esperan de calor y salas atiborradas de infantes vacacionistas, la única esperanza se vierte en Hulk, con Edward Norton que encarnará su verdosa piel, y un prometedor carismático ainuropoda (nombre científico del Oso Panda) llamado Kung Fu Panda… Es más, tan mal estamos como ya es esta tradición veraniega, que casi me siento tentado a recomendar la última chickflick de Cameron Díaz y el afortunado compañero de la guapísima Demi Moore, Ashton Kutcher, en Locura de Amor en Las Vegas. Pero no, no es para tanto, aunque cumple con los requisitos de su género y arranca un par de carcajadas con forseps, no vale la pena destilar, del ya de por si roto bolsillo mexicano, un tostón por algo que en menos de un año se transmitirá en algún canal de su sistema de cable.
Propongo que en lugar de seguir reseñando la penuria de estos cálidos y acuosos días, con sus dos notables excepciones como Eastern Promises o mejor conocida como Promesas del Este, del canadiense David Cronenberg (La Mosca, 1984) o Mi Historia sin Mí (I´m not there, 2007) de Todd Haynes, con una propuesta de ensayo fílmico que raya en lo metabiográfico sobre las distintas facetas de Bob Dylan (interpretadas por gente como Cate Blanchett, Christian Bale, Richard Gere, Ben Whishaw o el recién difunto Heath Ledger), charlemos mejor y brevemente entorno a lo que mencionamos en el título de esta columna y hasta ahora no hemos dicho nada: las reglas de la complicidad cinematográfica. Arranquemos entonces.

En cualquier relato donde esté presente la narración de una historia (sea oral, audiovisual, literaria o teatral) el autor de la misma desde el principio debe fijar unos límites dentro de sus parámetros de imaginación y designar un espacio-temporal donde se desarrollará el relato, esto con la finalidad de que su interlocutor sepa de qué está hablando o por dónde navegarán las aguas de su inventiva (por muy inverisímiles que estas parezcan). Pero para que exista la plena complicidad, necesita también explicar el autor –de una u otra manera- qué intenciones mueven a sus personajes a realizar las acciones que terminarán por contarnos la historia, es decir, se trata de fijar las reglas del juego ayudándose de todo lo anterior. Por consecuencia, cuando esto sucede y todo trascurre con “normalidad”, nosotros como espectadores nos entregamos de lleno a la película sin cuestionar la verdadera posibilidad de que un auto hable, vuele sin alas o que simplemente un personaje pueda ser invisible. De hecho, salimos contentos y tarareamos la rola que Williams creó para Indy (Indiana Jones, para los cuates). Pero y ¿a qué se debe esto? A que damos por sentado que esa es una realidad verosímil (posible, verdadera) desde la perspectiva del cine y que hemos establecido un pacto tácito con el guionista y director de aceptar como cierto lo que ellos nos proponen en pantalla, pero mucho ojo, sí y sólo sí respetan las reglas que ellos mismos han creado o nos han brindado para su historia. Por eso cuando vemos algo que parece increíble dentro de esa realidad cinematográfica –insisto, por muy extravagante que sea- nos sentimos defraudados y sentimos que el curso de la cinta ha perdido su cause, para desembocar en una falta de complicidad entre el que ve y el que crea… Por lo tanto, por estas “sencillas” razones, hay días que se convierten en una pesadilla cuando vemos producciones donde los personajes se quedan en lo anecdótico y no dan el paso que los pueda consagrar como seres verdaderos –cinematográficamente hablando-… muy a pesar de todas sus consecuencias. Así que ahí lo tienen, si alguna vez se sienten defraudados por una película, pregúntense si realmente hay un acatamiento por la historia que alguien creó y no fue capaz de respetar…
Paciencia para este verano y espero que nos sigamos leyendo pronto, con mejores noticias.

Texto publicado el domingo 8 de Junio de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Encerrado en la profundidad de una escafandra…

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Imagine el sonido de su voz sin eco, sin resonancia, pululando entre sus músculos y cavidades laríngeas sin poder aflorar, maniatado en sus ondas sonoras, inadvertido para todos... sin oído alguno que pueda vibrar en su interior a causa de su imperceptible voz. Mudo ante el mundo. Lejano a su propio cuerpo. Imagínese también en silla de ruedas, ha tenido un paro cardio-vascular que lo ha dejado inmóvil, con un sólo párpado que su cuerpo “controla”. Respire profundo, hágalo varias veces, inhalando esas bocanadas de esperanza porque lo ha perdido todo: su radiante empleo como editor de la reconocida revista Elle, su nueva pareja, el carro convertible que había adquirido hace muy poco y lo más importante, el contacto con sus tres hijos (que viven con su ex esposa).
Su cuerpo está postrado en territorio francés, concretamente en una cama de un hospital cercano a la ciudad que cuida del Sena. Su nombre: Jean-Dominique Bauby. Edad: 43 años. Usted efectivamente existió, pero ya ha muerto, justo después de haber escrito un libro. Sonará extraño que pudiera “escribir” en esa condición, pero le sorprenderá saber que esto fue posible gracias a un programa de ayuda que el sanatorio le brindó a través de dos especialistas, una en audición y otra en lenguaje (sí, ambas mujeres, tremendamente bellas). ¿Cómo lo hizo entonces, cómo pudo plasmar sus ideas en un papel? Por medio de su único elemento corporal que funciona, su párpado izquierdo. El mecanismo fue complicado, pero rápido pudo adaptarse a él. Alguien le recitaba el alfabeto y usted elegía la letra con un parpadeo.
Si ya pudo imaginar la situación, sentirla o incluso sufrirla (emocionalmente hablando, claro está), lo que le resta es disfrutar de una obra maestra en complicidad de la luz del cinematógrafo y la oscuridad de una sala: La Mariposa y la Escafandra (Le scaphandre et le papillon, 2007) del director Julian Schnabel (Antes de que Anochezca, 2000 y Basquiat, 1996). Destacada en su fotografía y con una puesta en cámara que dibuja espacios de nostalgia y secuencias de devoción por la vida durante todo su metraje, esta cinta toma como eje fundamental narrativo la voz en off de su protagonista, increíblemente interpretado por Mathieu Amalric. Recurso que lejos de desbordar el aburrimiento del espectador o convertirse en un artificio de fácil manufactura para contar una historia, lo acurruca en sus trayectos audiovisuales y lo induce a su digestión emotiva. El guión, por su parte, en cada pensamiento del convaleciente Jean Do, acarrea nuestros sentidos a la escafandra de su propio cuerpo, que poco a poco filtra agua y lo ahoga a cuentagotas.

Con más de 35 premios internacionales, 4 nominaciones de la Academia yanqui y una agraciada reputación otorgada por la crítica, La Mariposa y la Escafandra, es una película bastante franca en su propuesta, fresca, con muy buena música, sin mayores pretensiones que lograr una empatía firme o un diálogo profundo con su interlocutor, con rasgos de buen humor a pesar del tema que aborda y mejor aún, sin colindar en lo sentimental-barato para ganar adeptos. Su mayor logro es arrastrarnos a la profundidad de un sentimiento amargo, de una metáfora acuosa y por qué no, de imaginarnos verdaderamente en esa terrible situación.
De las entrañas de esta cinta también debemos subrayar la relación que tiene el protagonista con su padre, la cual emerge como una subtrama que gracias a su montaje –bastante adecuado en ritmo y presencia- nos transporta por las oscuras tierras de la vejez y la soledad, contrapunteando muy bien con el mundo de libertad (la metáfora de la mariposa) que Jean Do genera para sí, y por supuesto, el magnífico uso de la cámara como un personaje meramente subjetivo.

Nunca mejor dicho, no se hable más y disfrute de esta excelente cinta sin parpadeo alguno, vale la pena no perderse de absolutamente nada.

lunes, 21 de abril de 2008

Conversando con tu ex esposa y/o la traición de la memoria.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Advertencia número uno. La película que a continuación usted leerá (o si después de estas letras decide recetarse en la oscuridad de la sala) contiene escenas que pueden removerle lo más profundo del mar de recuerdos donde navegan viejos amores que por casualidad o no, se han reencontrado una vez en la vida. Dos. La pantalla está dividida en dos partes, con un mismo plano visto desde ángulos no muy distantes y desarrollados (casi) simultáneamente en tiempo real, por consecuencia, esta cualidad narrativa envuelve en el espectador en una implicación y decodificación fuera de lo habitual. Tres. Lo de la pantalla partida después de treinta minutos se olvida, la charla de estas dos personas puede tardar días o incluso semanas en pasar a un lugar inadvertido de los territorios escabrosos de la mente.
Seguramente ante tanta advertencia estará preguntándose qué situación aborda esta historia que lleva por título Conversando con otra mujer (Conversations with Other Women, 2005). Pero para su sorpresa, no se trata de nada que no sea mundano y quasi racional, ya que el argumento de este filme es muy pero muy sencillo: dos personas –ella y él- cercanos a los cuarenta años se encuentran en una boda. Él le invita un trago de champaña y ella lo acepta. Al cabo de unos minutos, se devela de una forma muy sutil que han sido pareja, ex esposos concretamente, y que ambos se encuentran comprometidos nuevamente (ella con un cardiólogo inglés, él con una bailarina neoyorkina de muy corta edad). Esta situación que se desarrolla entre flashbacks en el plano de la derecha (ellos de jóvenes) y el tiempo real en la parte izquierda, nos guía por la tentación que ambos personajes sufren de irse de a “dormir” juntos (que de hecho lo hacen… léase en todo sentido) después de charlar por horas y de recordarse juntos cada 3 minutos.

A primera vista parece que se ha contado toda la película y no hemos dejado nada a la imaginación. Pero de verdad, créamelo, no es así. En cada línea que la estupenda guionista Gabrielle Zevin ha escrito y Hans Canosa dirigido con brutalidad visual (cámara en mano un cincuenta por ciento del metraje) en este su segundo largometraje, hay un “golpe” referencial muy cruento e interesante para cualquier persona que se ha separado de alguien a quien ha amado profundamente y lo ha vuelto a reencontrar para hablar de su emotivo pasado, dejando de lado aquello que los separó y aquello que los pudiera unir intempestivamente en un rato de placer o infidelidad, si es que ambos están con alguien más... o sencillamente, un momento para re-delegar el corazón en manos de un tercero muy concreto sin llegar al sexo o un simple beso que rebase la línea corporal de la fidelidad (¿ser infiel en la mente es menos infiel que en lo físico?).
Con tres escenarios, mucha imaginación en el montaje (¡vaya trabajo para construir esa narración!) y 5 o 6 personajes entre extras y figurantes, Conversando con otra mujer se construye como una especie de cinta diván, donde sus magnánimos protagonistas, Helena Bonham Carter (Sweeney Todd, 2007) y Aaron Eckhart (La Dalia Negra, 2006) nos invitan a vivir su reencuentro con una severa dosis de intimidad y un profundo análisis de su presente, su pasado y la incertidumbre de su futuro inmediato. Una obra sin una gran manufactura técnica, ni visual –a pesar de su formato antes descrito que logra unir perfectamente el ayer con el hoy a manera de metáfora- pero con un mensaje que nos deja perplejos en su carácter asertivo-dramático de cada situación y cada diálogo por estúpido que parezca (abundan los dobles sentidos). Valor añadido a la confrontación del relato, además de la intensa tensión sexual, se integra el factor de que ella vive en Londres y tiene que volver tan pronto como amanezca (¿será la última vez que se vean?). Otro aspecto que no debe escapar por nuestros sentidos es la forma en que ambos analizan su edad desde una perspectiva de género y de crecimiento personal.
Aunque esta cinta no es nueva, hace casi 3 años de su estreno, es un hecho que este tipo de reencuentros seguirán sucediendo y Conversando con otra mujer permanecerá ahí para recordarnos esas situaciones y a los amantes que jamás olvidaremos o que alguna vez fuimos.

Texto publicado el domingo 6 de Mayo de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 1 de abril de 2008

A propósito de las comedias románticas y las pérdidas… Posdata: Te amo.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez

A mi abuela Isabel, por su reciente descanso eterno.

Las comedias románticas o dramáticas suelen aplicar fórmulas que –de alguna u otra manera- resultan gastadas o repetidas hasta el desaliento, pero muy entretenidas o divertidas. Quizá en este último aspecto reside precisamente su éxito como género, ya que se dirigen a un mercado que espera reír y llorar en una misma historia, que de antemano uno sabe su desenlace. En términos de estructura o más formales, los rasgos que las identifican son la o el clásico protagonista carismático, bonachón y carilindo al que siempre le suceden situaciones chuscas, que se cae constantemente o golpea contra la escenografía por lo menos cada 2 o 3 escenas y que según la línea argumental de cada producción, se encuentra también en situación de desamparo (amoroso, normalmente) o con una terrible disyuntiva que resolver. Por otro lado, el factor musical resulta imprescindible en su desarrollo, ya que a pesar de su legado de los musicales, casi por obligación vamos a encontrar canciones algo melancólicas o muy conocidas para que sean lo bastante pegajosas para mantenerse en el agrado del público (mujeres adolescentes o parejas, habitualmente) y lograr así ágiles ventas en su soundtrack. En cuanto al diseño del reparto, los papeles secundarios de los amigos del protagonista también se convierten en un eje narrativo tremendamente importante, ya que son ellos con sus personalidades divergentes quienes le orientan, animan, regañan y abofetean para que reaccione ante sus crisis. En lo que toca a la temática, vemos que las historias -por lo regular- se sitúan en alguna época del año donde aflora el sentimiento y las palpitaciones, como la navidad, o en algún evento tan extraordinario o cotidiano como las bodas, los viajes, un encuentro repentino o qué sé yo… Así pues, bajo estas características los ejemplos sobran y la cartelera se la disputan TODO EL AÑO producciones normalmente norteamericanas-hollywoodenses o del Reino Unido, con su característico humor negro… Si hacemos alusión a los actores y actrices más solicitados para este fin, nombres como Julia Roberts, Hugh Grant, Jude Law, Drew Barrymore o Adam Sandler vienen inmediatamente a nuestra mente y títulos como 4 Bodas y un Funeral, La Boda de mi mejor amigo, Loco por Mary, y un largo etcétera, se tornan en referentes casi obligatorios. Aunque debo confesar que no soy fan de este tipo de cintas, tampoco puedo negar que no he visto alguno de los títulos anteriormente mencionados, o que no se hayan postrado en mi mente –o en la de muchos- como un recuerdo de la adolescencia, de alguna ex novia o sencillamente como una filmografía conexa a las generaciones nacidas en los 70´s y para adelante. En fin…
Este fin de semana, dos días después de enterrar a mi abuela (q.e.p.d) caí a la oscuridad de la sala a ver un título de esta naturaleza por recomendación-petición de unas amigas con las que colaboro en una radio de Guadalajara, evidentemente, en un programa dirigido a mujeres. Así que Posdata: Te amo (P.S: I love you), del director neoyorkino nominado al Oscar en 1991 por The Fisher King, Richard LaGravenese, nos aguardaba a su servidor y a mi Lilita, en el peor horario para ver una película como esta (7 de la noche, nada recomendable para un domingo). El tema: la pérdida de un esposo a edad temprana. La protagonista: la camaleónica y poco gesticular Hilary Swank (Million Dollar Baby, 2004, Boys Don´t Cry, 1999), quien interpreta a la viuda de ascendencia irlandesa Holly Kennedy radicada en Nueva York, cuyo duelo se desarrolla en todo un año donde aprende que la vida sigue gracias a la ayuda de su extinto marido irlandés Gerry Kennedy (llevado a la pantalla por Gerard Butler, también histrión de cintas como 300, del año pasado y El Fantasma de la Ópera de 2004) quien le guía a través de 10 cartas y señales que él mismo le dejó preparados para superar su muerte. Una extraña mezcla de crueldad con romanticismo y comedia oscura.

Poster de la cinta Posdata: Te amo (Richard LaGravenese, 2007)

Posdata: Te amo es un filme basado en la novela homónima de Cecelia Ahern, que cuenta con una realización medianamente interesante y muy singular en la fotografía de Terry Stacey (especial atención merecen los paisajes irlandeses). Por supuesto, es una historia que tendrá a su público femenino aferrado a los pañuelos de bolsillo durante la mitad de su metraje, con llanto nada disimulado y que se propone hacernos reflexionar sobre la vida en pareja, la catarsis de cualquier pérdida de un ser querido y que por supuesto, cuenta con una escena cliché de Karaoke, otra característica que casi olvido señalar. Pues ahí la tienen, una cinta para los enamorados y para los que necesitan seguir adelante sin perder la ilusión de volverse a enamorar. Disfrútenla y lloren todo lo que quieran.

Texto publicado el domingo 6 de Abril de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

MI NOCHE DE CINE PERFECTA [Parte 3 y última]

Lo dicho y prometido, arrancamos ya el pasado sábado 29 de Marzo en punto de las 10 de la noche con el programa o ciclo de proyecciones MI NOCHE DE CINE. La primera película fue EL DÍA NUNCA, POR LA TARDE (1994), del director español Julián Esteban Rivera. Ampliamente recomendable.
El presentador de MI NOCHE DE CINE es Luis Manuel Pacheco Segoviano y la realizadora Liliana Guadarrama Machorro, con el apoyo de Santiago Reynoso en la producción. Diseño y desarrollo de la imagen del programa Carlos Olvera Zarco; su servidor, asesor de producción.
Aquí el último spot con la imagen del programa (y fase final de la campaña) y recuerden MI NOCHE DE CINE, sábados 10 pm. por TELEMICHOACÁN, canal 21 de cable, 2 por antena área (en Morelia y estados circunvecinos a Michoacán. Este próximo sábado 5 de abril: LA PETITE LILI, de Claude Miller. Nomida a la Palma de Oro en 2003 en el Festival de Cannes.



Nuevamente nuestro más profundo agradecimiento a la RED (Red de Radiodifusoras y Televisoras Culturales y Educativas de México A. C.) que hizo posible este proyecto.

jueves, 20 de marzo de 2008

¿MI NOCHE DE CINE PERFECTA? [Parte 2]

Gracias a quienes ya han participado con sus comentarios sobre esta pregunta. Todo transeunte de este blog debe saber que el objetivo de estos dos videos es promocionar un nuevo "programa", que en realidad no lo es como tal, ya que el verdadero objetivo es darle publicidad a las proyecciones nocturnas-sabatinas de cine por TELEMICHOACÁN. Sí, cada sábado a las 22 horas transmitiremos una película -con un solo corte comercial y temáticas más de autor o no comercial- gracias a un convenio que estableció RED (Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México A.C.) con diferentes distribuidores del mundo. El "programa" iniciará con una breve presentación de un conductor que nos introducirá en algunos aspectos relevantes de la película para dar paso después a su "proyección".
En fin no se hable más y sigamos charlando sobre ¿CÚAL SERÍA TU NOCHE DE CINE PERFECTA?. Saludos.



martes, 18 de marzo de 2008

Horton: un elefantito (insurrecto)

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez



Las películas de dibujos animados que han salido al mercado en estos últimos tres años, o mejor dicho, a las salas de cine de la capital michoacana contienen una temática clásica donde la lucha del bien contra el mal está presente, pero donde también se deriva una lectura de imágenes (y diálogos) con cuestiones relativas a la igualdad de derechos, a la crítica de la religión, las concepciones de vida de las personas y en general sobre el funcionamiento de la sociedad. No es que hayan quedado atrás las lindas o quasi-estúpidas hadas madrinas, reinas, príncipes o las fábulas de tiernos animales con las que muchos hemos crecido y que, por supuesto, nos han brindado lecciones vitales con olor a miel, sino al contrario, gracias a estos renovados personajes los espectadores ahora encontramos puntos de análisis más serios disfrazados de inocencia y, por consecuencia, la decodificación del mensaje implica un proceso más profundo de análisis. La prueba de ello son cintas como La Brújula Dorada (2007), Las Crónicas de Narnia (2005) o algunas más “subversivas” como la aparentemente inofensiva Horton y el Mundo de los Quien (Horton Hears a Who!, 2008). A esta última producción dedicaremos algunos párrafos el día de hoy desde esta butaca.
Basada en una historia de 1954 del mítico escritor Ted Geisel, mejor conocido por su pseudónimo, Dr. Seuss (El grinch, El gato en el sombrero), la línea argumental de Horton… se revela al espectador como una cuestión sin aparente sentido. Un elefante carismático de nombre homónimo al título de la cinta, por accidente escucha un grito que sale de una partícula. Sí, de una insignificante partícula posada sobre una flor. Situación que le permite al paquidermo cuestionarse si puede haber vida ahí dentro o todo un mundo poblado por personas microscópicas. Así que Horton, ante este sonido decide indagar y descubre que efectivamente hay toda una población que habita en el país o ciudad llamada Villa-Quien. Lo mejor de esta secuencia es que nuestro protagonista entabla comunicación con ellos por medio de su alcalde y de una forma casi accidental que vale la pena mejor ver que leer. Sin embargo, para la villana de la historia y jefa de la selva, la mamá cangura, el percatarse de que Horton habla con una partícula resulta aberrante y toda una amenaza para su comunidad, pero en especial para los niños, de quien Horton –cabe resaltar- es el magnánimo profesor. Si hacemos una pequeña pausa y echamos un vistazo a estas secuencias iniciales, nos daremos cuenta que los guionistas critican muy particularmente la visión antropocentrista que tenemos como sociedad y donde los niveles de intolerancia contra quienes rompen con el status quo cotidiano resultan indignantes. Pero lo que hace esta cuestión más enriquecedora es que en el mundo Quien también se le discrimina al diminuto alcalde, el cual tiene la sospecha de que algo puede estar mal en su mundo, contrario a los intereses de su sociedad que sólo tiene el objetivo manifiesto de festejar otro Quien-aniversario (no hay peor ciego que el que no quiere ver).
Lo que hace verdaderamente interesante esta película dirigida por los estudios de animación Blue Sky (La Era del Hielo 2002, Robots, 2005), además del excelente doblaje y los gráficos tan espectaculares, es todo el motor que mueve a Horton a luchar por poner en un lugar seguro a la población de Villa-Quien, lo cual le permite luchar contra el asedio del buitre que -por encargo de la mamá canguro- hará hasta lo imposible por destruir la partícula. Aunque en este género el final es evidente, lo que no lo es tanto son las posibilidades de disertación inconciente que le legan a su gran público: los niños (y a los que no somos tan niños). A quienes afectamos sin darnos cuenta por obrar en su nombre. Nótese la actitud del bebé canguro, el hijo del alcalde estereotipado como un Emo y la combinación de gráficos tipo manga 2D con el 3D. Disfruten del inocente elefante y su lectura entrelíneas.

Texto publicado el domingo 23 de Marzo de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

jueves, 13 de marzo de 2008

¿MI NOCHE DE CINE PERFECTA? [parte 1]

Cuando no hay lana para ir a la sala, o para rentar una película en un videoclub (el que sea), MI NOCHE DE CINE perfecta sería un sábado a las 10 de la noche, con unas palomitas de microondas (un par de bolsas), un buen refresco gigante de manzana y una peli de arte, de autor, documental o simplemente alternativa, como las que próximanente se emitirán en TELEMICHOACÁN (Morelia, Michoacán, México). Estén pendientes. Aquí para ustedes la primicia del primer spot preventivo pautado (Target: rural, semi-urbano, para incluir nuevos públicos).

¿Y para tí, cuál sería tu NOCHE DE CINE PERFECTA?
Comencemos el diálogo. Saludos. Betursus.

martes, 4 de marzo de 2008

Estamos de vuelta en los martes de posteo.

Por fin he podido actualizar esta guarida cinéfila. Hacía ya bastante tiempo que no me aparecía por aquí -no por falta de interés, debo aclararlo-... pero sea como sea, aquí estamos y con un inaudito martes de posteo 2x1. Leerán primero algo sobre la nueva película de Paul Thomas Anderson (There will be blood o Petróleo Sangriento) ganadora de dos Oscar (u Oscares, si se le prefiere) y después, si su paciencia se los permite claro está, encontrarán un doble homenaje a dos grandes de la historia del cine -uno vivo y otro que ha muerto pero sigue vivo entre los amantes del séptimo arte: el portugués Manoel de Oliveira y el francés Georges Méliès. Por supuesto, ambos textos publicados en la columna Butaca Sinestésica del diario Cambio de Michoacán, en el suplemento de Cultura "Letras de Cambio", que ahora ha dejado de ser semanal y se ha convertido en quincenal (sí, sólo la columna, el suplemento sigue saliendo semanalmente).

Recuerden que su servidor Betursus y Adrián González seguimos transmitiendo por la radio cada miércoles en NOCHES DE CINE a través de Radio Michoacán a las 9pm, hora del centro de México. Si está por la franja hertziana de la estación y su alcance, en las frecuencias de 106.9 Fm y 1550 Am también nos pude sintonizar en la entrañable ciudad de Morelia, Michoacán (México).

Y si este medio, tampoco empata con sus horarios, podrá escuchar en vivo a Betursus en el programa radiofónico dedicado a las hermosas mujeres tapatías y de todo el mundo "Sostenes al Aire" de Máxima FM-Guadalajara (89.1 Fm), cada martes a las 5:30 pm, hora del Centro de México. La sección en la que participa su humilde servilleta es: Pantalla Grande, porque el tamaño sí importa... Un programa de Buen Busto, ampliamente recomendado por la temática tan dinámica y la excelente conducción y humor de Tayde Farias y Mónica Orozco. De hecho, lo pueden escuchar también los jueves de 5 a 6.

En fin, como anuncio e intro ya estuvo... pero eso sí: Gracias por la paciencia de quienes se toman la molestia de visitar este espacio dedicado al arte y oficio del cine (regularmente o no, nuevos o no tan nuevos, amigos y enemigos, bienvenido todo el mundo). Gracias también a quienes han preguntado por el regreso de Betursus. Nos seguiremos leyendo y que vivan los martes de posteo.

Un chapuzón por la codicia de Petróleo Sangriento

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez.

Después de un receso de casi 5 años sin filmar un largometraje, regresa el controvertido realizador californiano Paul Thomas Anderson (Studio City, 1970) con una propuesta bañada en el asqueroso olor de la crueldad, la avaricia, la manipulación de la fe y la inmundicia humana durante el pleno desarrollo de la explotación petrolera de Estados Unidos a finales del siglo XIX, concretamente en 1898. Nos referimos pues a su quinta película titulada Petróleo Sangriento (There Will Be Blood, 2007), la cual se basa en la novela Oil de Upton Sinclair y cuyo delicioso estupor en el manejo del espectador le valieron las estatuillas doradas por mejor fotografía (Robert Elswit) y mejor actor protagónico (Daniel Day Lewis) durante la 80ª edición de los Oscar (que a nuestra consideración ha sido una de las más transgresoras y alternativas en cuanto a las temáticas de los participantes e intereses de la industria concierne).



El arranque del filme es apresurado y con una espectacularidad muda de casi 10 minutos, donde las acciones de los personajes nos transportan por el hilo conductor de la historia: un tipo se dedica a perforar pozos petroleros acompañado de su hijo y un grupo de mineros. Cuando el primer yacimiento explota y sale por las características torres, comienza el diálogo y sabemos que el protagonista será un tal Daniel Plainview, que como la traducción de su apellido dice es un tipo con mucha visión y que la honra sabiendo cómo vender y explotar esos depósitos gloriosos para algunos, además de estar asombrosamente interpretado por Daniel Day Lewis. Aparentemente todo viaja con perfecta calma y el protagonista se va mostrando cada vez como un magnate de este líquido sin problema alguno -incluso su parte de tiranía está muy bien matizada y no se devela de buenas a primeras- hasta que una noche se le aproxima un joven llamado Paul Sunday, quien le vende la idea de que compre las tierras de sus padres en un poblado donde según dice “no crece nada y el petróleo escurre por la tierra”. Plainview acepta y llega a concretar una suma considerable por el tip e incluso algunas regalías para Paul, quien a su vez le advierte sobre una iglesia que ahí crece y lo relativo a lo religioso. Un par de escenas más tarde, Plainview convence a la familia Sunday de venderle sus tierras y el conflicto de la película se hace evidente. El hermano de Paul, un joven llamado Eli (un destacable y muy admirable Paul Dano en ambos papeles, sí el de Little Miss Sunshine, 2006), cree ser un profeta y ha fundado una iglesia que ha bautizado como “La Tercera Revelación” (efectivamente, un arma ideológica para manipular a su comunidad y sacar provecho de su fe, como suele suceder con algunas religiones pues…).

(Paul Dano como el pseudo profeta Eli Sunday)

El conflicto de intereses de estos dos hombres “visionarios” y ambiciosos será el motor que mueva la película hacia dimensiones muy interesantes que hacen que el espectador digiera una película de tintes épicos con subtemas que nos obligan a reflexionar necesariamente sobre el valor de la familia, la manipulación religiosa y la avaricia en todo su sentido. Especial atención merece el trastorno que sufre la vida del magnate cuando su hijo H.W se queda sordo a raíz de una explosión de un yacimiento y su relación de padre a hijo cambia rotundamente. Esta situación dotará del final de una carga emotiva muy interesante para ambos personajes.
En cuanto a su manufactura técnica, la belleza de cada fotograma en Petróleo Sangriento es notoria, destacando los contraluces como motivos recurrentes que embelecen las ambiciones del villano-protagonista, que después de todo no se convierte en un asesino serial, ni algo parecido para agraciar el título anglosajón, ni castellano. Es fuerte sí la cinta, pero no hay ríos de sangre... Lo que sí es un hecho es que se debe disponer de toda una tarde para degustar los 158 minutos que le dan vida a esta entrañable historia, que a pesar de su extenso metraje, te mantiene en suspenso permanente gracias a la música original que por demás hace un trabajo sublime.

Texto publicado el domingo 9 de Marzo de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

Por los 70 de Méliès y los 100 de Oliveira, que ya vienen…

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez

I. Digamos: ¡Salud!
Brindemos por el paso del tiempo y la conservación de los grandes maestros encapsulados en la magia del celuloide. Vivamos a través del recuerdo de su obra el cine, ese oficio colectivo que sintetiza a todas las artes, que les da movimiento… y vida en la oscuridad de una sala. Dediquemos estas líneas al 70 aniversario luctuoso del francés Georges Méliès, uno de los “culpables” o encargados de transformar un simple aparato “tomavistas” –sin relativo futuro, según los hermanos creadores, los Lumière- en una herramienta de expresión que dota a la sucesión de imágenes en la más pura sensación de realidad, causada por la fortuita o no persistencia retiniana.


(Retrato de Georges Méliès)

En un montaje paralelo, celebremos en vida también al cineasta portugués más grande de todos los tiempos, testigo activo de la historia de este medio de comunicación y que en 2008 cumplirá –nada más y nada menos- una centena de años dirigiendo cine y con una actividad imparable: Manoel de Oliveira (Oporto, 1908).

II. Los fx y la puesta en escena.
Al señor Georges Méliès se le conoce como el padre de la ficción y algunos historiadores también le dan el mérito de ser el progenitor de los efectos especiales. Lo primero porque fue pionero en realizar cintas (en este caso cortometrajes) que no reflejaban o documentaban la vida cotidiana como se venía haciendo desde la invención del cinematógrafo (1895), es decir, por el mero placer de narrar una historia por diversión y entretenimiento. En lo que respecta a lo segundo, se debe a su formación de mago, director de teatro e ilusionista, así como a un descubrimiento accidental: en un mismo rollo de negativo, al cortar algunos fotogramas y unirlos a otros situados mucho más adelante (sin haber movido la cámara durante su filmación, claro está), al proyectarlos de corrido se percató de que existía la sensación de que las cosas desaparecían o aparecían. A partir de este hecho, Méliès experimentó otro tipo de efectos con la unión de negativos, como la sobreexposición (proyectar dos negativos a la vez) que dio lugar a lo que hoy en día conocemos como disolvencia (cross fade) y que en lenguaje audiovisual significa que ha pasado el tiempo en la historia. Si a esto le sumamos su experiencia en el uso de maquinaria mecánica (por el negocio familiar de calzado del que era partícipe), entenderemos por qué era tan hábil para desarrollar tramoya y otros artilugios que le permitían filmar y proyectar historias apasionantes, en el que se considera el primer estudio cinematográfico, el teatro Robert Houdin (que Méliès compró y acondicionó para este fin).


(Fotograma de la inolvidable cinta de Georges Méliès: [Le Voyage dans la Lune] Viaje a la Luna de 1902)

El estilo de este gran maestro del cine silente era muy sencillo pero no menos complicado. El emplazamiento de la cámara era fijo y simulando el rol de un espectador de teatro que ve al escenario, por consecuencia, en lugar de tener ritmo en el montaje, todo lo que sucedía dentro del plano dotaba de ritmo a la historia.

III. ¿…y Oliveira?
El estilo de Méliès precisamente no ha muerto y sigue vigente en este portugués, creador de más de 40 films, entre los que destacan: el documental Já se Fabricam Automóveis em Portugal (1938), la anterior al neorrealismo italiano Aniki Bobó (1942) y la que lo identifica con el maestro silente (y radicalizara su estilo): El pintor y la ciudad de 1956. La similitud de Manoel de Oliveira se precisa en los planos largos, los diálogos densos y extensos, así como la decoración teatral de las locaciones. Una muestra del estilo de este gran maestro la tuvimos en nuestra ciudad en la pasada 49ª Muestra Internacional de Cine que organiza la Cineteca Nacional y la Universidad Michoacana, con la cinta-homenaje Bella por siempre (Belle Toujours, 2006) del aragonés Luis Buñuel.


(El mítico y gran director portugués Manoel de Oliveira)

Se trata efectivamente de un tributo o una continuación de la que fuera la gran cúspide del director español: Bella de día de 1967 y con la que recibiera el León de Oro en Venecia. La trama de Bella por siempre se refiere al encuentro accidental que tienen en un concierto de orquesta 38 años después 2 de los protagonistas de Bella de día, Séverine y el mejor amigo de su difunto esposo: Husson. Aunque ella notó su presencia en el recinto, lo evade ya que Husson (Michel Piccoli) conoce un secreto sobre todas sus perversiones sexuales de su juventud. La confrontación entonces se encarnará en la insistente búsqueda de Husson por encontrar a Séverine y pedirle que cenen juntos para aclarar ciertas cosas.
Méliès y Manoel de Oliveira las recomendaciones de hoy en esta butaca. Hasta la próxima proyección y sigamos vivando la historia del cine.


Texto publicado el domingo 17 de Febrero de 2008, en la columna antes semanal (ahora quincenal) de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 8 de enero de 2008

Un western de postal: El asesinato…

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

¿En dónde está escrito o bajo qué ley de orden cinematográfica se estipula que la celebridad de un western o una cinta épica radica en la extensión de su metraje? Sigo sin entender por qué en estos géneros (como si se tratara a ultranza o un deber ser…) el énfasis del tiempo se despliega como una tarjeta de presentación infinita en paisajes y viajes de charritos a lo largo de lugares inhóspitos, que coexisten con situaciones inexplicables o innecesarias en su narrativa y que sencillamente aparecen a cuadro como un loop insaciable de una canción electrónica que parece nunca finalizar. Esa es la pregunta que me viene a la mente después de haber presenciado 160 largos minutos de la última cinta del neocelandés Andrew Dominik, El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford, 2007). Este aspecto, aunado a un Brad Pitt que no deja de posar como si estuviera en pasarela o pretendiendo ser malo malote, llevan a la cinta a profundidades de incertidumbre donde el espectador puede caer en un tremendo aburrimiento o lamentarse de haber pagado por un boleto que contiene una historia de la cual sabe perfectamente su desenlace. Insisto, hay películas que no requieren de una lógica áspera en raciocinios o delirantes elucubraciones como para deducir de qué trata o cómo terminará. Así que sin ver alguna sinopsis, de antemano sabemos que existe un tal Jesse James que es aniquilado por un tipo llamado Robert Ford (a quien ya le llaman cobarde en el título, que por cierto, es larguísimo también). El resto de los elementos que nos faltan por conocer son: 1.Que el primer hombre fue el forajido más buscado en Estados Unidos después de concluida la Guerra de Seseción (o mejor conocida como Guerra Civil Norteamericana de 1861 a 1865) y 2. Que el tal Ford era un jovencito de 20 años (gran admirador de este ladrón de bancos, ex miliciano y convertido en leyenda por sus hazañas delictivas en la región de Missouri) y quien se tornará -evidentemente- en su ejecutor. ¡Ufff… qué complicado! Entonces lo que nos queda por descubrir es precisamente el cómo y el por qué aniquilan al héroe-vaquero, bajo escenas enmarcadas en paisajes nevados, con una música inusual pero agradable y recurrentes planos acelerados de nubes que se entretejen con el argumento central de la historia: Jesse se ha vuelto paranoico después de su último atraco a un tren y sospecha que los integrantes de su agonizante banda se disponen a matarlo para cobrar la recompensa que ofrecen por él. De tal manera que comienza a eliminarlos uno a uno, pero con una anticipada dosis de asedio psicológico. Su “ruda” personalidad se lo permite. ¿En qué momento entonces entra el joven Robert en la trama? Precisamente él es hermano de un miembro de la banda (Charley) y desea fervientemente formar parte de ella. El resto hay que descubrirlo con paciencia para disfrutar la parafernalia que desata la muerte del protagónico Jesse.

¿Está acaso modelando o actuando de vaquero machín?

De la historia en general se sabe que está basada en la novela homónima de Ron Hansen escrita en 1983, que fue adaptada por el propio Dominik y que existe una amplia filmografía que recrea la vida del mítico “malhechor” Jesse Woodson James. ¿Acaso no les suena el clásico Yo maté a Jesse James (I Shot Jesse James, 1949) del mítico Samuel Fuller? Digamos entonces que no se trata de una cinta única en su género y temática y que tampoco viene a transformar ningún esquema moderno. Como paréntesis recordemos que sin un buen bandido, no hay un buen filme del salvaje oeste y que el país vecino se ha propuesto incansablemente rendirle culto a sus más célebres malandrines (antes, ahora y quizá para siempre). Continuando con los datos duros de la película, la parte técnica resalta en la calidad de la fotografía que se esboza con soltura en cada secuencia y cuya estética se perfila ad hoc al mundo de los Marlboro (especial atención merece una escena donde Pitt, al centro de la pantalla y casi a contraluz, da la espalda a un espectacular atardecer rojizo). De un vistazo igualmente sobresale un estupendo Casey Affleck interpretando al cobarde Ford, quien dirige particularmente sus rasgos de estupidez, dotes de inteligencia e intento por lograr la grandilocuencia como un anhelo personal del personaje (quizá el mejor destello de la cinta o por el cual vale la pena la entrada). La relación con los demás protagonistas y personajes de la historia se vuelca en nosotros a cuenta gotas (desesperantes para algunos), precisamente por su extensa duración y como un ingrediente de confusión por las múltiples apariciones de extraños cuya procedencia se declara incierta. Así que, si hay estoicismo y aprecio por el género, El Asesinato de Jasse James por el cobarde Robert Ford les espera. Provecho. En lo personal la disfruté, a pesar de sus pesares.

Texto publicado el domingo 13 de Enero de 2008, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

martes, 1 de enero de 2008

El Amor en los Tiempos del Cólera.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Empezar el año tirando netas rudas a películas mexicanas da bastante flojera y algo de sentimiento de culpa, sobretodo porque uno sabe cuan difícil es manufacturar una película en un país como el nuestro, donde es casi imposible hacer cine por los múltiples factores que ya conocemos y desde esta butaca hemos señalado. Independientemente de esto, tampoco es excusa para ingerir todo lo que nos ponen en pantalla y mutilar la lengua con singular alegría para no erigir sagaces críticas a tan infames propuestas en cartelera. Así que en lugar de reseñar el desastre de Sultanes del Sur (2007), de Alejandro Lozano, con el acartonadísimo actor y guionista Tony Dalton, propongo inmiscuirnos y arrancar de lleno el 2008 con una producción basada en un texto que leí hace más de 15 años y resultó una adaptación medianamente soportable de la novela –por demás conocida- El Amor en los Tiempos del Cólera, del Nóbel colombiano y literato universal Gabriel García Márquez.
Comencemos por la naturaleza del texto y un escuetísimo recuento de los hechos (ojo, no del guión, ni de la película). Estamos frente a una novela que se publicó en diciembre de 1985, con más de 350 páginas de contenido envueltas en una extensa riqueza narrativa y desplegadas en un exquisito léxico que emerge de la voz de sus tres protagonistas: Fermina Daza, Florentino Ariza y el doctor Juvenal Urbino. Su ubicación espacio temporal va de finales del siglo XIX y algunas décadas del XX, en la costa caribeña de Colombia, en concreto, en Cartagena. La historia desde una perspectiva muy simple (y para efectos de este espacio) versa sobre el amor incondicional que le profesa Florentino a Fermina, sin embargo y para mala suerte del primero, no es él con quien se casa esta hermosa dama, hija de un traficante de ganado. El “ganador”, por así llamarlo, fue el doctor Urbino, quien por supuesto, se convierte en el rival por excelencia de Florentino, un telegrafista que posteriormente heredará una flotilla náutica. Sin meternos en mayores detalles del relato, sólo precisaremos que Florentino tuvo que esperar más de 50 años para declararle nuevamente su amor a Fermina. Con un poquito de lógica, deduciremos que esto fue a raíz de la muerte del galeno. De la mano de esta entrañable historia van el cólera que cobraba cientos de vidas a diario, las guerras civiles que azotan al país sudamericano, el amor y la muerte como elementos complementarios, que nos dirigen sutilmente a la conclusión de que no hay una buena muerte sin un gran amor.

El impresionante Javier Bardem en el papel de Florentino Daza

- 50 años, nueve meses y cuatro días… ¿Cuánto podrías esperar tú?
Si imaginamos todos los parajes y momentos por lo que nos lleva esta formidable novela, su proyección en pantalla implicaría una cantidad industrial de horas de rodaje para aproximarnos ligeramente a su complicada naturaleza dramática-literaria. En el trabajo realizado por el director Mike Newell, con Ronald Harwood como guionista, bastaron 138 minutos para darnos una embarradita de lo que ellos interpretaron como su Love in the Time of Cholera, título que recibe la cinta en inglés y que para sorpresa de muchos, es el idioma que los protagonistas parlan, con algunas frases aisladas en castellano (menudo defecto de la obra, independientemente de su objetivos de comercialización). En la piel de Florentino Daza nos encontramos con un Javier Bardem (Mar Adentro [2004], No Country for Old Men [2007], Los Lunes al Sol [2002]) que hace verdaderamente suyo el personaje, muy bien caracterizado en cada época del relato y que genera sentimientos encontrados sobre su situación en la historia con su magnífica interpretación (a veces más como un senil rabo verde, que como una víctima de un amor mal correspondido). Por desgracia no podemos aseverar lo mismo de Fermina Daza, interpretada por la actriz italiana Giovanna Mezzogiorno, quien nunca envejece lo suficiente en su maquillaje y se devela con gestos nada extraordinarios en su histrionismo; el Dr. Juvenal Urbino, por su parte, pasa un tanto inadvertido –gran defecto del guión- y medianamente encarnado por Benjamin Bratt (Traffic [200], Demolition Man [1993]), de quien pende también el mismo defecto de caracterización en la edad adulta. Del resto de la realización destacan la fotografía con paisajes monumentales, un montaje limpio en sus cortes y el diseño de arte, rico en contrastes, colores y ambientes prudentemente ornamentados. No obstante, de la música –salvo algunas canciones de Shakira que canta en castellano [¿quién los entiende?]- tampoco podemos aprobarle con gracia, sus acordes parecen perderse en la perspectiva de los sublimes lagos colombianos y en el sinsabor de sus compases. Veredicto final de esta butaca sinestésica: una película que evidentemente dista mucho de la obra literaria en la que se basa, pero que como obra fílmica carece muy particularmente de arrebato emocional para los espectadores (muy plana y tediosa en muchas escenas); a pesar de ello, buen inicio para acercarse a la literatura del parce* Gabo y contrarestar el efecto decembrino en cartelera.

*Palabra de uso coloquial en Colombia para nombrar a un amigo, colega, etc.

Texto publicado el domingo 6 de Enero de 2008, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

Pd. para lectores de internet: El productor Scott Steindorff, durante años luchó para convencer al escritor colombiano para que le cediera los derechos de la obra. Trascendió que la película le gustó bastante al Gabo y que éste al terminar la proyección le pidió a Steindorff que lo invitara a cenar y que él pagara la cena. Muy bien todo esto, qué chidos compas son... lo único que no entiendo es como un hombre que defiende a capa y espada el castellano (y que además lo domina con soberbia maestría) permitió que su obra se "hablara" en inglés. ¿Ustedes qué opinan de esto?).