lunes, 4 de mayo de 2009

Cuando el cine se transformó en un blockbuster catarriento.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Esta crisis no podía ser más cinematográfica. De verdad, de un par de semanas a la fecha, uno se siente dentro de los fotogramas del apocalipsis encarnado en un terruño llamado México. Un espectacular paraje surrealista. Y es que los ingredientes de este filme engranan y se integran del tal forma que la expectación del “respetable” no podía ser mejor y sus reacciones… ¡qué decir de ellas!, las que cualquier guionista profesional desearía para su obra: paranoia intensa, delirio de persecución, histeria colectiva, pánico abrumador, risa nerviosa, exceso de escepticismo y humor negro que deriva en llanto o alegría. Sentimientos que, por supuesto, subyacen de una envidiable combinación de temas y subtramas (a continuación enlistados):
1. El narcotráfico en su máximo esplendor.
2. Aprietos económicos permanentes (esto no es nada raro, pero vaya que importa).
3. Medios de comunicación masiva, especialmente las televisoras, en su papel circense de alarmistas y desinformadores profesionales.
4. Elecciones federales en puerta (otra pulga más para el perro flaco) y la aprobación de leyes que el pueblo ni se ha enterado.
5. La presencia de organismos internacionales como la OMS (Organización Mundial de la Salud), con muchas ganas de aportar unos millones para el respaldo de la economía nacional. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial también figuran por aquí.
6. Supuestos agentes terroristas financieros internacionales ambulatorios (qué chic sonó esto).
7. Gente en la histeria por conseguir un tapabocas y hacer compras desmesuradas de supermercado, con medicina antiviral incluida a como de lugar y a cualquier precio.
8. Un presidente y su gabinete que dan conferencias de prensa a causa de la mutación de un virus desconocido proveniente de la combinación de tres entes que en algún momento tuvieron que tocarse, frotarse, meterse unos con otros o juntarse de alguna forma (pollos, cerdos y humanos, usted elige la combinación)… y
9. El gobierno de los Estados Unidos que no puede faltar.

Referencias cinematográficas de este tipo sobran. Triunfalistas normalmente ellas. Lo interesante de este filme es que no estamos frente a una estructura tradicional IDC (inicio-desarrollo-conclusión), ya que se parece más a alguno de carácter futurista, casi como un videojuego, con los obvios rasgos interactivos donde el usuario tiene la última palabra y la conducción de la trama. Con una fotografía llena de matices azules –por el tema salubre hospitalario- y con secuencias teñidas de un rojo intenso que cualquier productor comercial añoraría para vender más taquilla. Los zombies aparecen muy esporádicamente por aquello de la verosimilitud. El montaje, por supuesto, incluye gráficos de los titulares de periódicos y algunos ralentizados con violines de fondo para acentuar el número de muertos (cómo se nos olvida cuánta gente fallece diariamente por falta de agua)…En fin, como no hay cines a los cuales acudir, esta butaca se conforma con disfrutar de este tremendo éxito veraniego con un final incierto y con cambios incesantes. Ojalá que nos veamos pronto en el cine –cuando lo abran- y esperemos nuestro clásico terrible verano cinematográfico que desde algunos años hemos reseñado en este espacio. Si ya terminó de leer esta columna, lávese las manos, por favor.
Texto publicado el domingo 3 de Mayo de 2009, en la columna quincenal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.