martes, 4 de diciembre de 2007

Malos hábitos (escondidos en el fashion way of life y la fe religiosa)

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

I. A los gordos nos los quiere nadie…lo hago por tu bien.
La industria de la moda y la publicidad ha convertido la bulimia y la anorexia en un terrible mal de nuestros días, o propio de los estereotipos que promueven en sus diversos productos. Es deprimente leer en los diarios –con mayor frecuencia- que un alto porcentaje de modelos y jovencitas menores de 18 años son víctimas de estas enfermedades que crecen diariamente entre la población mundial femenina. Y es que no es para menos. El “ideal” de mujer atractiva o de moda, ha luchado por escatimar su peso o parecerse menos que un cadáver; el antiguo 90-60-90 se ha acotado o propuesto pesar menos de 40 kilos y mostrar los huesos cubiertos por una finísima capa de pellejo. Preocupado y vinculado de alguna forma con esta problemática actual, el cineasta, publicista y productor Simón Bross (Distrito Federal, 1960) decidió realizar una cinta que tuviera como centro argumental estos desórdenes alimenticios que cada día cobran más adeptos: Malos Hábitos (2007). Tres historias de tres mujeres que se hilvanan bajo un suculento diseño de arte y una fotografía exquisita, donde las protagonistas Elena, su hija Linda, y la tía de esta última, la monja Matilde, viven obstinadas con dejar de comer, claro, por diferentes razones. De esta trama, subyacen otras dos. Por una parte, la del esposo de Elena, Gustavo, un arquitecto y profesor universitario que precisamente vive un romance con una alumna suya peruana, definitivamente más carnosa (gordibuena) que su cónyuge y por otro, la de otra monja cómplice de Matilde, pero con el mal contrario al de ella: la gula.

(Poster de la Película Malos Hábitos de Simón Bross, 2007)

II. Uno deja de comer porque está muy lleno o muy vacío…
Simón Bross realizó esta ópera prima precisamente después de librar una batalla personal contra el cáncer y bajo una propuesta muy neta, de la cual logró configurar un portentoso guión (junto a Ernesto Anaya) que cuenta con un diseño de escenas singular en su estructura. Cada detalle está al servicio de la narración y la dirección de actores dota al texto de una naturalidad envidiable en su interpretación. Así, en esta cinta –representante de México en el 60 aniversario de Cannes, ganadora en Guadalajara como mejor película y laureada en otros festivales- descubrimos que Elena, una entrañable villana representada por Elena de Haro, es una mujer obstinada con su peso y para su mala fortuna parió a una niña obesa en quien deposita sus frustraciones y desvaríos. Es tanta su patología por el peso y la apariencia física, que ha decidido someter a Linda a distintas dietas ridículas y tratamientos médicos, sin importarle lo que deba hacer (como recortarle un intestino). Por su parte, Matilde (Ximena Ayala, quien fuera protagonista de Perfume de Violetas de 2002) después de terminar su carrera de médico, decide tomar los hábitos y convertirse en monja, a pesar de la reticencia de su familia entera. Su relación con la anorexia se da por un acto de fe, ya que según ella, ayunando puede ayudar a curar personas o permitir que efectos meteorólogos adversos como la lluvia (que está presente en el 98% del metraje) cese y damnifique a menos personas.
Sin sobresaltos en pantalla, pero sin una historia lineal, el argumento de Malos Hábitos se urde como un delicado platillo fino, que escapa del cliché y se sirve como un delicioso digestivo que jamás dialoga directamente con el tema de la anorexia como tal, es más, su presencia es permanente pero sin nombre y apellido: es exquisitamente situacional. No hubo necesidad de mencionarla, sino vivirla en la historia de cada personaje. Quizá su mayor acierto. Conclusión: Malos Hábitos es una magnífica producción que vomita contra la anorexia y los estereotipos físicos, que tiene un par de escenas de la monja que pudieron eliminarse, pero que también descubre que los jugos gástricos en los baños femeninos destruyen los drenajes… Por lo tanto, corra a verla, recomiéndela o lleve a alguien que pudiera ayudarle.

III. El buen hábito por el cine mexicano.
Simón Bross es un cineasta maduro y se nota en la manufactura de su película. Como productor y amigo ha apoyado a directores en sus inicios, como los emblemáticos tres amigos (Cuarón, Iñárritu o Del Toro), Carlos Marcovich y algunos otros que intentan desempeñarse en este arte. Por tal motivo, el Festival Internacional de Cine de Morelia lo homenajeó en su última edición por su trayectoria profesional y solidaria.



Más sobre el director: http://www.imdb.com/name/nm0112506/
Texto publicado el domingo 9 de Diciembre de 2007, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

1 comentario:

Ra. dijo...

me encanta la descripcion que das... ya nos estamos leyendo un abrazo