martes, 1 de enero de 2008

El Amor en los Tiempos del Cólera.

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

Empezar el año tirando netas rudas a películas mexicanas da bastante flojera y algo de sentimiento de culpa, sobretodo porque uno sabe cuan difícil es manufacturar una película en un país como el nuestro, donde es casi imposible hacer cine por los múltiples factores que ya conocemos y desde esta butaca hemos señalado. Independientemente de esto, tampoco es excusa para ingerir todo lo que nos ponen en pantalla y mutilar la lengua con singular alegría para no erigir sagaces críticas a tan infames propuestas en cartelera. Así que en lugar de reseñar el desastre de Sultanes del Sur (2007), de Alejandro Lozano, con el acartonadísimo actor y guionista Tony Dalton, propongo inmiscuirnos y arrancar de lleno el 2008 con una producción basada en un texto que leí hace más de 15 años y resultó una adaptación medianamente soportable de la novela –por demás conocida- El Amor en los Tiempos del Cólera, del Nóbel colombiano y literato universal Gabriel García Márquez.
Comencemos por la naturaleza del texto y un escuetísimo recuento de los hechos (ojo, no del guión, ni de la película). Estamos frente a una novela que se publicó en diciembre de 1985, con más de 350 páginas de contenido envueltas en una extensa riqueza narrativa y desplegadas en un exquisito léxico que emerge de la voz de sus tres protagonistas: Fermina Daza, Florentino Ariza y el doctor Juvenal Urbino. Su ubicación espacio temporal va de finales del siglo XIX y algunas décadas del XX, en la costa caribeña de Colombia, en concreto, en Cartagena. La historia desde una perspectiva muy simple (y para efectos de este espacio) versa sobre el amor incondicional que le profesa Florentino a Fermina, sin embargo y para mala suerte del primero, no es él con quien se casa esta hermosa dama, hija de un traficante de ganado. El “ganador”, por así llamarlo, fue el doctor Urbino, quien por supuesto, se convierte en el rival por excelencia de Florentino, un telegrafista que posteriormente heredará una flotilla náutica. Sin meternos en mayores detalles del relato, sólo precisaremos que Florentino tuvo que esperar más de 50 años para declararle nuevamente su amor a Fermina. Con un poquito de lógica, deduciremos que esto fue a raíz de la muerte del galeno. De la mano de esta entrañable historia van el cólera que cobraba cientos de vidas a diario, las guerras civiles que azotan al país sudamericano, el amor y la muerte como elementos complementarios, que nos dirigen sutilmente a la conclusión de que no hay una buena muerte sin un gran amor.

El impresionante Javier Bardem en el papel de Florentino Daza

- 50 años, nueve meses y cuatro días… ¿Cuánto podrías esperar tú?
Si imaginamos todos los parajes y momentos por lo que nos lleva esta formidable novela, su proyección en pantalla implicaría una cantidad industrial de horas de rodaje para aproximarnos ligeramente a su complicada naturaleza dramática-literaria. En el trabajo realizado por el director Mike Newell, con Ronald Harwood como guionista, bastaron 138 minutos para darnos una embarradita de lo que ellos interpretaron como su Love in the Time of Cholera, título que recibe la cinta en inglés y que para sorpresa de muchos, es el idioma que los protagonistas parlan, con algunas frases aisladas en castellano (menudo defecto de la obra, independientemente de su objetivos de comercialización). En la piel de Florentino Daza nos encontramos con un Javier Bardem (Mar Adentro [2004], No Country for Old Men [2007], Los Lunes al Sol [2002]) que hace verdaderamente suyo el personaje, muy bien caracterizado en cada época del relato y que genera sentimientos encontrados sobre su situación en la historia con su magnífica interpretación (a veces más como un senil rabo verde, que como una víctima de un amor mal correspondido). Por desgracia no podemos aseverar lo mismo de Fermina Daza, interpretada por la actriz italiana Giovanna Mezzogiorno, quien nunca envejece lo suficiente en su maquillaje y se devela con gestos nada extraordinarios en su histrionismo; el Dr. Juvenal Urbino, por su parte, pasa un tanto inadvertido –gran defecto del guión- y medianamente encarnado por Benjamin Bratt (Traffic [200], Demolition Man [1993]), de quien pende también el mismo defecto de caracterización en la edad adulta. Del resto de la realización destacan la fotografía con paisajes monumentales, un montaje limpio en sus cortes y el diseño de arte, rico en contrastes, colores y ambientes prudentemente ornamentados. No obstante, de la música –salvo algunas canciones de Shakira que canta en castellano [¿quién los entiende?]- tampoco podemos aprobarle con gracia, sus acordes parecen perderse en la perspectiva de los sublimes lagos colombianos y en el sinsabor de sus compases. Veredicto final de esta butaca sinestésica: una película que evidentemente dista mucho de la obra literaria en la que se basa, pero que como obra fílmica carece muy particularmente de arrebato emocional para los espectadores (muy plana y tediosa en muchas escenas); a pesar de ello, buen inicio para acercarse a la literatura del parce* Gabo y contrarestar el efecto decembrino en cartelera.

*Palabra de uso coloquial en Colombia para nombrar a un amigo, colega, etc.

Texto publicado el domingo 6 de Enero de 2008, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

Pd. para lectores de internet: El productor Scott Steindorff, durante años luchó para convencer al escritor colombiano para que le cediera los derechos de la obra. Trascendió que la película le gustó bastante al Gabo y que éste al terminar la proyección le pidió a Steindorff que lo invitara a cenar y que él pagara la cena. Muy bien todo esto, qué chidos compas son... lo único que no entiendo es como un hombre que defiende a capa y espada el castellano (y que además lo domina con soberbia maestría) permitió que su obra se "hablara" en inglés. ¿Ustedes qué opinan de esto?).

4 comentarios:

Lata dijo...

Ay amigo... aunque no lo creas, lo de la caracterización ya lo había escuchado. Mi amiga Mireya (¿la conoces?) es fan de ese libro, de hecho, es su favorito. Corrió a ver la primera función presentada en nuestra ciudad y dijo que no estaba tan mala, pero que lo que más ruido le había hecho era eso: la caracterización pésima de ella.

¿Sabes? Me choca eso, lo que se hagan obras en inglés. ¿Te acuerdas de "La Misión"? esa parte no la entendí bien, ¿por qué en inglés, con nombres en español y alguno que otro colado hablando en castellano? No entiendooooooooooooooo.

A mí me encanta Shakira (sí y no siento pena por ello) por lo que no puedo opinar respecto a la música, pero sí es raro, como dices... unas cuántas frases en nuestra lengua ... ¿y luego?

Chale amigo, ya te voy voy a hacer publicidad en mi blog, me harté que no tengas comentario (a ver si algún incauto se pasea por acá).

Anónimo dijo...

Don´t worry Latita, entre tú y Ross son mis mejores lectoras. =)
Y lo de la peli que esté en inglés es evidentemente por cuestiones de distribución, pero ¡qué jodido, no?
Saludos, besos y thanks for reading, Betursus.
Pd. Nadie deja post pero te has fijado que ya van más de 600 visitantes, ¿qué loco, no?

Anónimo dijo...

Bueno, yo la ví porque no había más a esa hora. No sé si salí aburrido o molesto (o ambas). Me parece que el asunto del idioma da en el clavo con algo más profundo que la película, como sin querer, retrata. La tediosa y caduca y pintoresca manera que tienen los extranjeros para vernos. Al final, creo que la película está hecha para todo el público del lado de allá, ese que concibe latinoamérica como lo real-maravilloso americano, como la tierra que alberga las pinturas de Frida Kahlo, Machu Pichu y el Dorado. ¿Pa qué meterle español? Pues para que parezca "latinoamericano", para que sientan "el sabor" de esas tierras. Es absurdo. Me gustó tu crítica.

Ra. dijo...

asi es la gente no comenta ..son lectopres silentes... se debera a timidez o taimadez???