martes, 8 de enero de 2008

Un western de postal: El asesinato…

Por: Alberto Zúñiga Rodríguez / betursus@yahoo.com.mx

¿En dónde está escrito o bajo qué ley de orden cinematográfica se estipula que la celebridad de un western o una cinta épica radica en la extensión de su metraje? Sigo sin entender por qué en estos géneros (como si se tratara a ultranza o un deber ser…) el énfasis del tiempo se despliega como una tarjeta de presentación infinita en paisajes y viajes de charritos a lo largo de lugares inhóspitos, que coexisten con situaciones inexplicables o innecesarias en su narrativa y que sencillamente aparecen a cuadro como un loop insaciable de una canción electrónica que parece nunca finalizar. Esa es la pregunta que me viene a la mente después de haber presenciado 160 largos minutos de la última cinta del neocelandés Andrew Dominik, El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford, 2007). Este aspecto, aunado a un Brad Pitt que no deja de posar como si estuviera en pasarela o pretendiendo ser malo malote, llevan a la cinta a profundidades de incertidumbre donde el espectador puede caer en un tremendo aburrimiento o lamentarse de haber pagado por un boleto que contiene una historia de la cual sabe perfectamente su desenlace. Insisto, hay películas que no requieren de una lógica áspera en raciocinios o delirantes elucubraciones como para deducir de qué trata o cómo terminará. Así que sin ver alguna sinopsis, de antemano sabemos que existe un tal Jesse James que es aniquilado por un tipo llamado Robert Ford (a quien ya le llaman cobarde en el título, que por cierto, es larguísimo también). El resto de los elementos que nos faltan por conocer son: 1.Que el primer hombre fue el forajido más buscado en Estados Unidos después de concluida la Guerra de Seseción (o mejor conocida como Guerra Civil Norteamericana de 1861 a 1865) y 2. Que el tal Ford era un jovencito de 20 años (gran admirador de este ladrón de bancos, ex miliciano y convertido en leyenda por sus hazañas delictivas en la región de Missouri) y quien se tornará -evidentemente- en su ejecutor. ¡Ufff… qué complicado! Entonces lo que nos queda por descubrir es precisamente el cómo y el por qué aniquilan al héroe-vaquero, bajo escenas enmarcadas en paisajes nevados, con una música inusual pero agradable y recurrentes planos acelerados de nubes que se entretejen con el argumento central de la historia: Jesse se ha vuelto paranoico después de su último atraco a un tren y sospecha que los integrantes de su agonizante banda se disponen a matarlo para cobrar la recompensa que ofrecen por él. De tal manera que comienza a eliminarlos uno a uno, pero con una anticipada dosis de asedio psicológico. Su “ruda” personalidad se lo permite. ¿En qué momento entonces entra el joven Robert en la trama? Precisamente él es hermano de un miembro de la banda (Charley) y desea fervientemente formar parte de ella. El resto hay que descubrirlo con paciencia para disfrutar la parafernalia que desata la muerte del protagónico Jesse.

¿Está acaso modelando o actuando de vaquero machín?

De la historia en general se sabe que está basada en la novela homónima de Ron Hansen escrita en 1983, que fue adaptada por el propio Dominik y que existe una amplia filmografía que recrea la vida del mítico “malhechor” Jesse Woodson James. ¿Acaso no les suena el clásico Yo maté a Jesse James (I Shot Jesse James, 1949) del mítico Samuel Fuller? Digamos entonces que no se trata de una cinta única en su género y temática y que tampoco viene a transformar ningún esquema moderno. Como paréntesis recordemos que sin un buen bandido, no hay un buen filme del salvaje oeste y que el país vecino se ha propuesto incansablemente rendirle culto a sus más célebres malandrines (antes, ahora y quizá para siempre). Continuando con los datos duros de la película, la parte técnica resalta en la calidad de la fotografía que se esboza con soltura en cada secuencia y cuya estética se perfila ad hoc al mundo de los Marlboro (especial atención merece una escena donde Pitt, al centro de la pantalla y casi a contraluz, da la espalda a un espectacular atardecer rojizo). De un vistazo igualmente sobresale un estupendo Casey Affleck interpretando al cobarde Ford, quien dirige particularmente sus rasgos de estupidez, dotes de inteligencia e intento por lograr la grandilocuencia como un anhelo personal del personaje (quizá el mejor destello de la cinta o por el cual vale la pena la entrada). La relación con los demás protagonistas y personajes de la historia se vuelca en nosotros a cuenta gotas (desesperantes para algunos), precisamente por su extensa duración y como un ingrediente de confusión por las múltiples apariciones de extraños cuya procedencia se declara incierta. Así que, si hay estoicismo y aprecio por el género, El Asesinato de Jasse James por el cobarde Robert Ford les espera. Provecho. En lo personal la disfruté, a pesar de sus pesares.

Texto publicado el domingo 13 de Enero de 2008, en la columna semanal de cine Butaca Sinestésica RKO 281, del suplemento de cultura Letras de Cambio, del periódico Cambio de Michoacán.

5 comentarios:

Lata dijo...

Amigo, suena re mala la película. :( mejor no voy.

¿Qué onda contigo? Cuándo empezamos de nuevo con la cápsula? Además, me debes algo, no te hagas el loco. Ya se acabaron las vacaciones. Jejeje.

Ra. dijo...

mmmm pos a ver la vere y comentare....

Lata dijo...

¿Y? Cuándo vuelves a postear?

Ra. dijo...

y donde estas .... ??? que no ves tus obligaciones con lo spobres neofitos... como yo????

Anónimo dijo...

Postea y regala en tu programa la de Grégoire Moulin Contre l'Humanité, ahora para el castigo yo diria que hay peores pero la de pablito ruiz es buen castigo.